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79 años después de la muerte del escritor, todavía los detalles en torno a su deceso están envueltos en misterio.

79 años después de la muerte del escritor, todavía los detalles en torno a su deceso están envueltos en misterio. | Foto: EFE

Publicado 17 agosto 2015



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El escritor español plasmaba a menudo el amor, la muerte, el deseo y la obsesión a través de sus letras. 

En España y en muchas parte del mundo recuerdan este lunes al poeta y dramaturgo español Federico García Lorca (1898-1936), quien reflejó como pocos autores el espíritu de su país natal, el folclorismo y el hálito popular.

Miembro de la llamada Generación del 27, Lorca es considerado uno de los autores más influyentes de la literatura española de la época, en la nación ibérica y en América Latina, donde estuvo en países como Cuba y Argentina.

Aunque existen varias versiones sobre la fecha de su muerte, la más aceptada es que el poeta granadino falleció el 17 de agosto de 1936. A 79 años de su asesinato a manos de la represión franquista, en teleSUR recordamos a Lorca con cinco de sus poemas: 

“Casida del Llanto”, del libro Diván del Tamarit

He cerrado mi balcón
Porque no quiero oír el llanto
Pero por detrás de los grises muros
No se oye otra cosa que el llanto.

Hay muy pocos ángeles que canten,
Hay muy pocos perros que ladren,
Mis violines caben en la palma de mi mano.

Pero el llanto es un perro inmenso,
El llanto es un ángel inmenso,
El llanto es un violín inmenso,
Las lágrimas amordazan al viento,
No se oye otra cosa que el llanto.

“Casada infiel”, de Romancero Gitano 

Y que yo me la llevé al río 
creyendo que era mozuela, 
pero tenía marido. 

Fue la noche de Santiago 
y casi por compromiso. 
Se apagaron los faroles 
y se encendieron los grillos. 
En las últimas esquinas 
toqué sus pechos dormidos, 
y se me abrieron de pronto 
como ramos de jacintos. 
El almidón de su enagua 
me sonaba en el oído, 
como una pieza de seda 
rasgada por diez cuchillos. 
Sin luz de plata en sus copas 
los árboles han crecido, 
y un horizonte de perros 
ladra muy lejos del río. 

Pasadas las zarzamoras, 
los juncos y los espinos, 
bajo su mata de pelo 
hice un hoyo sobre el limo. 
Yo me quité la corbata. 
Ella se quitó el vestido. 
Yo el cinturón con revólver. 
Ella sus cuatro corpiños. 
Ni nardos ni caracolas 
tienen el cutis tan fino, 
ni los cristales con luna 
relumbran con ese brillo. 
Sus muslos se me escapaban 
como peces sorprendidos, 
la mitad llenos de lumbre, 
la mitad llenos de frío. 
Aquella noche corrí 
el mejor de los caminos, 
montado en potra de nácar 
sin bridas y sin estribos. 
No quiero decir, por hombre, 
las cosas que ella me dijo. 
La luz del entendimiento 
me hace ser muy comedido. 
Sucia de besos y arena 
yo me la llevé del río. 
Con el aire se batían 
las espadas de los lirios. 

Me porté como quien soy. 
Como un gitano legítimo. 
Le regalé un costurero 
grande de raso pajizo, 
y no quise enamorarme 
porque teniendo marido 
me dijo que era mozuela 
cuando la llevaba al río.

“Asesinato” de Poeta en Nueva York

 ¿Cómo fue?

-Una grieta en la mejilla.

¡Eso es todo!

Una uña que aprieta el tallo.

Un alfiler que bucea hasta encontrar las raicillas del grito.

Y el mar deja de moverse.

-¿Cómo, cómo fue?

-Así.

-¡Déjame! ¿De esa manera?

-Sí.

El corazón salió solo.

-¡Ay, ay de mí

“Soneto de la dulce queja”, de Sonetos del Amor Oscuro 

Tengo miedo a perder la maravilla

de tus ojos de estatua, y el acento

que de noche me pone en la mejilla

la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla

tronco sin ramas, y lo que más siento

es no tener la flor, pulpa o arcilla,

para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,

si eres mi cruz y mi dolor mojado,

si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado

y decora las aguas de tu río

con hojas de mi Otoño enajenado.

“Danza da lúa en Santiago”, de Seis Poemas Galegos (homenaje a Galicia)

¡Fita aquel branco galán, 
olla seu transido corpo! 

É a lúa que baila 
na Quintana dos mortos. 

Fita seu corpo transido, 
negro de somas e lobos. 

Nai: A lúa está bailando 
na Quintana dos mortos. 

¿Quén fire potro de pedra 
na mesma porta do sono? 

¡É a lúa! ¡É a lúa 
na Quintana dos mortos! 

¿Quén fita meus grises vidros 
cheos de nubens seus ollos? 

É a lúa, é a lúa 
na Quintana dos mortos. 

Déixame morrer no leito 
soñando con froles d'ouro. 

Nai: A lúa está bailando 
na Quintana dos mortos. 

¡Ai filla, co ár do céo 
vólvome branca de pronto! 

Non é o ar, é a triste lúa 
na Quintana dos mortos. 

¿Quén brúa co-este xemido 
d'imenso boi melancónico? 

Nai: É a lúa, é a lúa 
na Quintana dos mortos. 

íSi, a lúa, a lúa 
coronada de toxos, 
que baila, e baila, e baila 
na Quintana dos mortos!


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