• Telesur Señal en Vivo
  • Telesur Solo Audio
  • facebook
  • twitter
  • Cortijo conservaba su profundo arraigo popular y algo nos debe decir ésto sobre el profundo sentido comunitario que la música popular conserva.
    En Profundidad

    Cortijo conservaba su profundo arraigo popular y algo nos debe decir ésto sobre el profundo sentido comunitario que la música popular conserva.

La esperanza de Puerto Rico se mantiene a través de uno de los lazos más fuertes de la historia latinoamericana: La cultura.

A propósito de haberse cumplido este mes de octubre 41 años de la desaparición física del monumental Plenero Mayor de Puerto Rico, Rafael Cortijo, vuelve a asaltar al panorama musical boricua el tema de la identidad, la colonización  y la soberanía de esta nación que tiene sus cuantos paralelos si a ver vamos, con el pueblo de Palestina, siempre llevados ambos casos de la mano de Estados Unidos de Norteamérica.

LEA TAMBIÉN:

El Tambor de la alegría

Desde que la Organización de Naciones Unidas (ONU) determinó en 1960 que el coloniaje es un crimen en contra de la humanidad, no hay más necesidad para consultas o plebiscitos. La solución es entregarle a muchos pueblos y en este caso a Puerto Rico su soberanía.

Pero como el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) no quiere hacer eso, ha ignorado las 33 resoluciones de la ONU pidiéndole exactamente lo que ellos se niegan a cumplir. EE.UU. para engañar al mundo dice que le interesa descolonizar a Puerto Rico y continúa proponiendo plebiscitos para saber lo que quieren los puertorriqueños. Aunque el 100 por ciento de los puertorriqueños quisieran seguir siendo una colonia de Estados Unidos, todavía estarían obligados a tomar la soberanía para después decidir qué hacer. Hay que recordar que no fue un puertorriqueño el que invadió la isla para convertirla en colonia.

Profesión Esperanza

El 18 de octubre de 1898 cesaba en Puerto Rico el imperio de la vieja metrópoli y comenzaba otro peor, ilegal, injusto y anti histórico del cual Borinquen todavía no logra desprenderse.

Puerto Rico no fue descubierto, ni conquistado ni colonizado por los Estados Unidos de Norteamérica. Puerto Rico es una nación intervenida. Es el único pueblo de raíz hispánica que sigue sin ser libre. Tomado como Botín de Guerra sin respetarse la Constitución Autonómica que ya tenía en 1897 Borinquen siempre ha sostenido la tesis de la nulidad del tratado de París mediante el cual EE.UU. le ganaba a España la isla borincana cuando ya Borinquen era autónoma.

La independencia se ha pospuesto y ha costado dolor y sangre, pero la independencia de Puerto Rico fue sueño de Bolívar y de Sucre, preocupación de José Martí, y anhelo de Hostos, Betances y Albizú Campos.

Trasladado a la cultura y sobre todo a la música de esa nación, lo que significara el entierro de Rafael Cortijo fue un tremendo llamado de atención en torno a un pueblo discriminado, tratado con migajas, pueblo al que trabajan  ideológicamente para que acepte con alegría su sometimiento, su coloniaje.

Por eso es necesario echar mano de este acontecimiento histórico que plasma una identidad, y un sueño.

El Negro Bembón

El entierro de Cortijo

La última parte de esta historia comenzó cuando a Rafael Cortijo se le ocurrió morirse faltando dos días para el cumpleaños de su compadre y hermano del alma, Ismael Rivera. Tremendo eso. El velorio y el entierro de Rafael Cortijo refleja la amistad, el valor de un concepto. Cortijo e Ismael fueron amigos, fueron ruteros del dolor embriagados en la Plena, compadres en una vida que no se termina. “Si el entierro es el fin de la vida el velorio es el reino de las emociones conflictivas, el espacio donde el desordenado tiempo interior no se decide entre acatar la muerte o negarla. La muerte es la última prisa del vivir y la sepultura es la penúltima cita con el olvido.

A lo mejor con el tiempo se establece un Teatro Rafael Cortijo administrado por sus detractores, cumpliéndose así la grotesca justicia poética de clases.

Rafael Cortijo e Ismael Rivera. I Foto: Cortesía

Cortijo está silencioso. La muerte de un músico, ese silencio perfecto, resulta dos veces más aterradora… Las manos que tronaron tantos cueros ahora lucen rabiosamente quietas. La muerte es un silencio acentuado por la quietud.

Uno recuerda mirando las flores (las coronas) a aquél grupo de negros que causó una revolución en la música popular boricua implantando la agilidad del Combo, del combo de Cortijo, que retuvo a los bailadores, intérpretes gestuales del sabroso rumbón plenero. De este modo la plena de Cortijo conservaba su profundo arraigo popular y algo nos debe decir ésto sobre el profundo sentido comunitario que la música popular conserva.

Cortijo llegó con una nueva presencia social, la del mulataje inquieto.

Mañana es domingo

Y entonces

Maelo sigue besando y llorando a su amigo muerto hasta que la fin logran sacarlo con santiguos y consuelos como si fuera un héroe trágico… El entierro está a punto de salir y Maelo sabe que es inminente, que no verá más al amigo y que pronto lo taparán para siempre. Y he aquí que luego de la despedida y el Himno Nacional se estableció ante Cortijo un rumbón espontáneo, última ofrenda de los muchachos de Villa Palmeras para el conguero solitario. Los muchachos tienen razón: A los muertos no se les puede dejar solos por mucho tiempo. Afincan el paso de Plena sobre la tapia aún húmeda para que la muerte no prevalezca”…

Son fragmentos de la crónica del entierro de Rafael Cortijo del periodista y escritor Edgardo Rodríguez Juliá que indican que la muerte puede ser derrotada por las fuerzas de los pueblos que resisten.

La esperanza de Puerto Rico se mantiene a través de uno de los lazos más fuertes de la historia latinoamericana: La cultura, y en el caso de los boricuas se hace resistencia a través de la literatura, la pintura y sobre todo de la música.

El Puertorriqueño es posiblemente el pueblo que más canta a la tierra, porque no la tiene.

Cortijo y Maelo. I Foto: Bandera Roja

Antes de que la salsa irrumpiera como una expresión sonora irreverente de los pueblos del Caribe en el territorio estadounidenses ya había en Puerto Rico clarinadas. Demos ejemplos. Puerto Rico contaba con voces, poetas, narradores de alto vuelo. Estaban Bobby Capó, Rafael Hernández, Pedro Flores, Daniel Santos, Tito Rodríguez y gigantes como Pedro Ortíz Dávila, quien junto a Mario Hernández hizo “El Yunque y el cordero”: Dónde vamos/ qué buscamos/ qué queremos/ ya está bien de esclavitud/ van cuatro siglos.

Bobby Capó por su parte escribió “Si yo pudiera”, un tema muy6 simbólico interpretado por Ismael Rivera: Le cambiaría hasta el nombre a la ciudad/ para tener más cerca la felicidad/ le borraría de odios y de crimen/ y para terminar/ le llamaría Borinquen.

En esos cantos de reverencia por la tierra borincana se inscribe “Mi Jaragual” de Don Felipe Goyco, “Borincana”, de Noel Estrada Suárez, o “Puerto Rico del alma”, de Mirtha Silva. Se evoca el tema de Tite Curet Alonso “Profesión Esperanza” o el de Johnny Ortiz “No se compara” y no dejamos por fuera al Maestro Eddie Palmieri con Ismael Quintana: “La Libertad, lógico” y “Justicia”.

A estos creadores podemos sumar a Andy Montañéz, Danny Rivera, Lucecita Benítez, Plácido Acevedo, La Sonora Ponceña, Ramito, Chuíto el de Bayamón, los grupos “Atabal” y “Mapeyé” además de Tony Croato y “Haciendo punto en otro son”.

Boricua en la Luna

El recuerdo de lo que significó el sepelio de Rafael Cortijo se empalma con la canción de Andrés Jiménez, de Roy Brown y de Antonio Cabán Vale, el topo.

Hay que agradecer a Puerto Rico y además apoyarle para que lejos de transformarse en otro campo de concentración a cielo abierto, sea la estrella de su bandera, soberana e independiente. ¿Profesión? Esperanza.


Comentarios
0
Comentarios
Nota sin comentarios.