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    Nicolás Guillén (1902-1989) es reconocido como el Poeta Nacional de Cuba,

La personalidad y la acción de Ernesto Che Guevara, impresionaron a Nicolás Guillen desde que comenzó su participación en el movimiento revolucionario cubano.

Desde hoy no puedes seguir llamándote Nicolás Guillen Batista, sino Guillén Castro. Así, un poco en broma, recibió la noticia del triunfo de la Revolución cubana, el poeta Nicolás Guillén, quien en 1959 intentaba salvar su vida, exiliado en Argentina.

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Fue el 25 de julio de 1958, que el poeta cubano llegó a Buenos Aires por vía aérea procedente de París, once años después de su última visita al país sudamericano. Antes estuvo en Estocolmo, para participar en el Congreso de la Paz y recibir el Premio Lenin de la Paz. Viajó a Bucarest, Varsovia, Budapest, Praga, Bruselas y después a París. En Buenos Aires lo esperaban sus viejos camaradas, quienes lo acompañaron hasta el Hotel Atlantic, de la calle Castelli, Nº 45. 

Mientras Guillén confiaba en el avance de los combatientes cubanos, en los últimos días de la contienda revolucionaria se intensifican sus actividades culturales y políticas en Argentina. Por ejemplo, con la editorial Losada acuerda la edición de su libro inédito “La Paloma del vuelo popular” y en agosto recita sus poemas en Radio el Mundo, en un programa que dirigía el poeta gallego Xavier.

El poeta es tratado como un verdadero ídolo popular, por lo que es invitado a recitales en un pilar del Teatro Independiente Argentino el IFT; Teatro La Máscara y el Instituto de relaciones culturales Argentina – URSS. Así recorre varias provincias argentinas y en el Teatro Astral, un icono de la Avenida Corrientes de Buenos Aires, se realiza un homenaje en su honor, donde Guillén, oportunamente, recita sus poemas revolucionarios de apoyo a la guerrilla cubana.

El poeta vive expectante de todo lo que sucede en Cuba. Fue el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, quien lo llamó por teléfono en Buenos Aires, antes de que la noticia provocara multitudinarias manifestaciones populares de júbilo en la capital Argentina.

Consecutivamente, el intelectual cubano recibió múltiples llamadas telefónicas, entre las que estuvo la del relevante escritor Leónidas Barletta, a la sazón Director del Semanario ‘Propósitos’, quien le pidió escribiera un artículo sobre el Che Guevara, para una edición a punto de ser impresa.

1959

La Revolución Cubana fue saludada en el mundo por una heterogénea mayoría. En la Argentina, la elogiaron importantes diarios como La Prensa y La Nación. La lectura liberal de la que estos medios se hacían eco, entendía al proceso cubano como un capítulo más en Latinoamérica, de la lucha contra las tiranías autóctonas. Vieron con agrado en Cuba, la punta de lanza de un proceso liberador, que ponía coto en la región a la hegemonía estadounidense. 

Las noticias sobre el proceso cubano dotaron de optimismo a los radicalizados reformistas, así como en la Universidad argentina, en sintonía con la lectura liberal en boga, Cuba devino puente entre izquierda. El impacto ideológico de esta revolución se daba en consonancia con otras luchas universitarias, por lo que fue inicialmente calurosamente apoyada por un amplio arco de adhesiones.

Argentina estalló de júbilo, convirtiendo a Nicolás Guillén en el centro de las miradas y felicitaciones. En esas horas de grandes emociones y múltiples llamadas al hotel, uno de sus amigos argentinos le pide una nota urgente. Guillén lo contó así en Páginas Vueltas, sus memorias aparecidas en 1982: “llamó por teléfono a mi hotel en Buenos Aires el compañero Leónidas Barletta, Director del semanario “Propósitos”, de amplia circulación y lectura. -Guillén, te propongo lo siguiente: esta tarde cerramos el periódico un poco después de las seis y hemos acordado, si es posible, que nos entregues una crónica o un poema en homenaje al Che Guevara, que tiene en estos momentos tanto prestigio en tu país”.

“¿Qué te parece un artículo o un soneto? -continuó Barletta- lo que sea tendrás que entregarlo apenas después del mediodía”. 

“Yo pegué un salto -dijo Guillén-  excusándome en ambos casos por falta de tiempo. Un soneto no se hace así como así, tal vez la crónica. En eso quedamos y cuando colgué… me puse a escribir un soneto. Llamé a Barletta y le entregué los versos”. 

“Al día siguiente -continúa el poeta cubano en sus memorias- el propio Barletta me llamó de nuevo, feliz como un niño y me dijo que la Agencia Norteamericana Asociated Press (AP), había otorgado una importancia política grande al poema distribuyéndolo por cable desde Buenos Aires hasta México; es decir, en toda la red noticiosa de esa Agencia. Con ello querían demostrar, según supe, la influencia comunista en Cuba, pues era un cubano de esa militancia quien había hecho un encendido elogio del gran guerrillero argentino, amigo íntimo además del líder triunfante de la Revolución, Fidel Castro”.

Precedentes

En 1935 había una situación bastante difícil en Cuba, pues “los militares se habían hecho cargo del Gobierno”, narró el escritor cubano Ángel Augier. En abril de ese año llega a La Habana, junto a su esposa, el poeta español Rafael Alberti. Por indicación de (Juan) Marinello -abogado, poeta, ensayista y revolucionario cubano- quien estaba preso, designaron a Augier para atenderlos en nombre del Partido Comunista, porque había una petición de reunirse con los intelectuales cubanos.

Angel Augier fue un prominente intelectual, Premio Nacional de Literatura en 1991, miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua, fundador de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), donde colaboró con Nicolás Guillén en la conducción de la organización intelectual.

“En la reunión Rafael Alberti preguntó: '¿No está aquí Nicolás Guillén?'. Le tomé la palabra y le dije: 'Mire, no está Nicolás Guillén porque hay alguna idea equivocada sobre él. Podía estar'. Le dije la realidad. Entonces llevé a Nicolás a verlo.”, dijo Angel Augier, cercano compañero y posteriormente convertido en el biógrafo de Guillén. 

Cuando el 20 de mayo de 1936, Miguel M. Gómez toma posesión de la presidencia de la República de Cuba, ya un grupo de intelectuales cubanos se juntaban en torno a la revista literaria ‘Mediodía’, como tribuna de escritores de izquierda adscritos al marxismo, de cuyo comité editor era miembro Nicolás Guillén. La revista comienza a publicarse en junio de ese año. 

Recital de poesía de Nicolás Guillén. Foto: Cubadebate.

A Cuba llega la noticia de que en julio del 1936, un grupo de militares sublevados liderados por los generales Emilio Mola y Francisco Franco, llevan a cabo un golpe de Estado contra el Gobierno de la Segunda República, que dio comienzo a la Guerra Civil Española. Con el apoyo de los Gobiernos fascistas de Europa, Franco logró hacerse del poder e instauró una larga dictadura hasta su muerte ocurrida en 1975.

Por su activismo político y manifestaciones antigubernamentales, en agosto de 1936, Guillén queda cesante en la Administración Municipal habanera. Sin bajar los brazos, ya en enero de 1937, ‘Mediodía’ se transforma en revista de actualidad, bajo la dirección de Guillén y la subdirección del intelectual revolucionario, Carlos Rafael Rodríguez. 

El 19 de enero de 1937, el poeta realiza su primer viaje al exterior, desde el puerto de La Habana a bordo del vapor “Siboney”, rumbo a Veracruz, invitado a participar en el Congreso de Escritores y Artistas convocado por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios de México (LEAR). Ya en la capital mexicana, es Juan Marinello, quien exiliado allá, lo presenta al Congreso. La Editorial Masas publica “Cantos para soldados y sones para turistas”, con prólogo de Marinello. 

En mayo de 1937, desde el país azteca escribe, “España, poema en cuatro angustias y una esperanza”, que publica dos veces en ese año la Editorial México Nuevo. Este poema y otros del autor, además de crónicas y evocaciones, aparecen recogidos en el libro “España. Poemas y crónicas sobre una guerra antifascista”, editado actualmente por Sensemayá, con la colaboración de la Asociación Valenciana de Amistad con Cuba José Martí y el Ayuntamiento de Buñol (Valencia).

El 26 de junio es invitado, en unión de Marinello, para participar en el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, en Barcelona, Valencia y Madrid (en el mes de julio). En plena Guerra Civil española conoció a Pablo Neruda, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Octavio Paz, y su obra alcanzó difusión europea, referencia el artículo “Caminando por su obra poética y humanista”.

Otro hecho de gran interés, es el de los cubanos que se trasladaron a España para combatir como voluntarios durante la guerra civil; algunas fuentes señalan que llegaron a los 1.400 y más de un centenar de ellos, fallecidos en la contienda bélica. De esta forma, Cuba se convirtió en el país que más brigadistas internacionales aportó, proporcionalmente a su población, subrayó el  DrC. Nicolás Hernández Guillén, nieto del poeta y presidente de la fundación que en Cuba lleva el nombre del célebre escritor.

Inolvidable es el aporte del periodista Pablo de la Torriente Brau, considerado uno de los grandes reporteros de la historia cubana. Nacido en Puerto Rico, en 1901 y fallecido en el frente de Majadahonda (Madrid) en diciembre de 1936, cuando informaba en calidad de corresponsal para las revistas ‘New Masses’ de Nueva York y ‘El Machete’ de México, entre otras.

En el artículo “Nicolás Guillén, un poeta comunista en la guerra de España”, se recuerda que fue designado Comisario de Guerra y miembro del Estado Mayor del 109 Batallón de la Séptima División. Tenía 35 años cuando murió de un balazo en el pecho; tres semanas antes había conocido a Miguel Hernández, quien le dedicó una elegía. Las apasionadas cartas y crónicas de Pablo de la Torriente en España, fueron publicadas en abril de 2016 por la editorial Dyskolo.

Cuando Guillén ingresó en el Partido Comunista de Cuba, fundado por su amigo y también poeta Rubén Martínez Villena, había publicado ya sus primeros tres libros en 1937.

Nicolás Guillén permaneció en España entre julio de 1937 y febrero de 1938. Unos meses antes de la llegada, negó en un texto publicado por la Universidad Autónoma de México la consideración de ser un “artista puro”. Al contrario, se sentía vinculado a las inquietudes y angustias de la vida: “desde el amor, hasta el pago del alquiler de la casa”. Y a la misma línea humana que Neruda, Machado, Alberti o Miguel Hernández. Por eso rechazaba la conversión del ser negro, en mero exotismo. 

“Y recordaba, en 1945, que millones de negros se debatían en el sur de Estados Unidos en la más terrible esclavitud; víctimas de linchamientos, hambrientos, desesperados… No todo es tambor, macumba, rumba, vodú…”, describió el periodista Enric Llopis.

Mi son entero

Reconocido como el Poeta Nacional de Cuba, Nicolás Guillén (1902-1989), publicó en Buenos Aires en 1947 "El son entero" y tuvo lugar en julio de ese propio año, el mítico “Recital de Poesía al Servicio de la Verdad: Por la Paz de Latinoamérica”, en el Teatro Bambalinas. 

Quizá no es reconocido el carácter político de ese encuentro, como lo  hubiera merecido. Algunos criterios exponen que posiblemente porque el Gobierno argentino no quería tener dificultados con el régimen franquista español. Allí coincidieron, “en homenaje al heroico pueblo español que inició su resistencia el 18 de julio de 1936 y seguirá resistiendo” dijeron- además de Nicolás Guillén, los artistas Pablo Neruda, Rafael Alberti, María Teresa León, Alejandro Casona, Eduardo Blanco Amor, León Felipe y José González Carbalho. 

El Che en Guillén

La personalidad y la acción de Ernesto Che Guevara, impresionaron a Nicolás Guillen desde que comenzó su participación en el movimiento revolucionario cubano. Como citamos, desde Argentina escribió sobre su ejemplo. También lo hizo a raíz del asesinato del guerrillero en Bolivia. 

Entre sus más notables obras dedicadas, destaca “Che Comandante”, leído por el poeta en el multitudinario homenaje que le brindó el pueblo de Cuba, al conocer su muerte. Igualmente lo hicieron otros ilustres poetas latinoamericanos, europeos y cubanos. Recordemos a Eliseo Diego (Donde nunca jamás se lo imaginan), Mirta Aguirre (Canción antigua al Che Guevara), José Lezama Lima (Ernesto Guevara, comandante nuestro), Miguel Barnet (Che), Fina García Marruz (En la muerte de Ernesto Che Guevara), Ángel Augier (Che vivo), Samuel Feijóo (Che), Félix Pita Rodríguez (Cantata del guerrillero heroico), Cintio Vitier (Ante el retrato de Guevara yacente).

Julio Cortázar (Yo tuve un hermano), León Felipe (El gran relincho), Vicente Aleixandre (Funeral por Che Guevara), Gabriel Celaya (Yo estoy con el Che, ¿y usted?), Gonzalo Rojas (El Comandante), Mario Benedetti (Consternados, rabiosos), Idea Vilariño (Poema), René Depestre (Cantata de octubre a la vida y la muerte del Comandante Ernesto Che Guevara), Juan Gelman (Conversaciones), Pablo Neruda (Tristeza en la muerte de un Héroe) y José Saramago (Breve meditación sobre un retrato de Che Guevara).

Los primeros versos fueron proféticos, en el apasionante poema “Che Comandante” de Nicolás Guillén, que el mismo leyera en la velada solemne del 18 de octubre de 1967, en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana. “No porque hayas caído
tu luz es menos alta”.

Un respetuoso silencio parecía tendido sobre la multitud, en la noche del 18 de octubre de 1967, en la Plaza de la Revolución en La Habana. A la Velada Solemne por la caída en combate del Che, estaba invitado el poeta Nicolás Guillen para leer su poema. Hoy tan conocido por los cubanos y los latinoamericanos. Una suerte de himno, cuya declamación exige un vigor tan especial, que se proyecta como si cada verso se amplificara sin límite. 

“¡Cuba te sabe de memoria/ Rostro de barbas que clarean/ Y marfil y aceituna en la piel de santo joven/ Firme la voz que ordena sin mandar/ tierna y dura de jefe camarada/Te vemos cada día ministro, cada día soldado,/ cada día gente llana y difícil cada día/ Y puro como un niño o como un hombre puro, /Che Comandante, amigo!".

El MSc. Luis Pérez González, refiere la importancia de un libro titulado ‘La rueda dentada’, del cual destaca tres poemas dedicados al Che. “Si bien constituyen una especie de tríptico con un eje temático común, se advierte desde una primera aproximación un tono digamos peculiar en cada uno de estos. El texto mencionado acrisola todos los valores fundamentales de la obra escrita por Guillén anteriormente, tanto por su calidad lírica como por su fuerza vital. Es, sin dudas, un libro que refleja con creces un momento de madurez en la trayectoria evolutiva del autor, una consolidación del oficio artístico del escritor, así como de entrega plena a la Revolución”, describe.

Lo esencial es que el poeta no puede quedar impasible ante un hecho tan violento e injusto. Lo elegíaco en el universo poético de Guillén se asume con matices muy singulares y originales. Lo épico y lo lírico, se conjugan en el tratamiento poético de la muerte del Che, así lo revela Pérez González.

(…) No porque hayas caído tu luz es menos alta.

Un caballo de fuego

sostiene tu escultura guerrillera

entre el viento y las nubes de la Sierra.

No por callado eres silencio.

Y no porque te quemen,

porque te disimulen bajo tierra,

porque te escondan

en cementerio, bosques, páramos,

van a impedir que te encontremos

Che Comandante, amigo”.

 

Palabras generosas

En los últimos días de su estancia en Argentina visitó la casa de los familiares de Ernesto Guevara de la Serna. Guillén pudo volver a Cuba, un 23 de enero de 1959. Los días fundadores de la Revolución, lo envolvieron en el torbellino de las tareas del Partido Socialista Popular y el diario Hoy.

“Una mañana, – contó Guillen- pues, me vi metido en un avión de no recuerdo qué compañía, al cual hubiéramos podido llamar en Cuba lechero, por las distintas paradas que hizo durante el viaje. La principal, sin embargo, fue Chile – con todo dos ó tres días a lo sumo – que me permitió visitar a Tomás Lago (hoy ya fallecido) y a su bellísima esposa, a Laurita Reyes, hermana del poeta Pablo Neruda, que había sido tan cariñosa conmigo durante toda mi primera misión en aquel país, ahora bajo la bota de Pinochet. Pasamos también por Brasil, pero en una estancia más breve que las anteriores, y de allí el gran salto a Cuba. Confieso que no sin vanidad esperaba yo un decoroso recibimiento, pero esa esperanza se frustró porque solo había en el aeropuerto dos personas esperándome. No en balde eran las cuatro de la mañana. ¿A quién se le ocurre recibir amigos tan temprano? Así que cuando llegué a La Habana, y me repuse de tan largo viaje y demorada estancia, comenzó una especie de simpático asedio para incorporarme a distintas organizaciones políticas y artísticas.”

Un mediodía, al llegar a mi casa - en La Habana, describió Guillén-, encontré recado de Núñez Jiménez –siempre capitán- en el cual me comunicaba que el Che Guevara quería hablar conmigo. Hubo una serie de desencuentros, pero, al fin, nos vimos en un café que estaba al costado del Palacio Presidencial.  

Guevara tomó la palabra y me dijo que él quería hablar conmigo para dos cosas: una, comunicarme que Fidel pensaba y él estaba de acuerdo, en ver el modo de poner en pie alguna organización cultural que sirviera los intereses de la Revolución; y la otra, que él, es decir, el Che, había pensado en mí para ofrecer un recital de mis poemas en La Cabaña. Yo acepté, por supuesto, y el acto se dio presidido por el Che, quien lo abrió con palabras muy generosas acerca de mi poesía.  

Por cierto, que unos días antes del recital, este fue anunciado en unas hojitas sueltas cuyo título ambiguo no carecía de humor: “Guillén en La Cabaña”.

En el transcurso de aquellos primeros días habaneros, me fue dada la ocasión de ver varias veces al Che, y hablar con él: pero siempre de prisa; siempre en la tribuna, siempre en alguna asamblea, comentó Guillén. “Una vez, sin embargo, estuve en su despacho oficial para algo relacionado con la publicación de su libro Pasajes de la guerra revolucionaria”.  

“El Che me recibió en seguida. Por aquellos días yo trabajaba en el diario Hoy, y ello me dio pie para manifestarme con una breve crónica contra el ajedrez y en defensa del dominó, pues de esos dos juegos se trataba. Mi artículo tuvo suerte, sobre todo entre la gente de más de 40 años”. El Comandante Ernesto Guevara era un gran amante del ajedrez y se sintió ofendido con aquella crónica en la que de forma irónica, Nicolás señalaba en su escrito, la repentina victoria del alfil sobre el blanco uno. Por eso en la despedida de ese encuentro Guevara le obsequió un ajedrez de bolsillo y precedida de una palabrota de soldado, le dijo: —A ver si aprendes. 

“Guillén en La Cabaña”

Las palabras de Nicolás Guillen pronunciadas aquel día de febrero de 1959, en La Cabaña,  están atesoradas en la Fundación Nicolás Guillén, creada en 199 para el estudio y la difusión de la obra y el pensamiento del Poeta Nacional de Cuba.

“Agradezco profundamente las palabras que acabo de oír, tan generosas. Yo veo al Comandante Guevara esta noche; recuerdo su heroico papel en la guerra de Cuba y pienso en lo que ello significa. Simboliza la unidad en los pueblos de América -Nuestra América, la de Martí y Sarmiento, la de Hostos y Juárez- en la realización de un destino común: su independencia y su libertad. No es la primera vez que un hombre nacido a orillas del Río de La Plata, un argentino, viene a Cuba a sufrir por la libertad de nuestra Patria. A comienzos del siglo pasado, en 1816, llegó a La Habana, José Antonio Miralla, poeta y médico nacido en Tucumán.
Aquí trabajó y conspiró contra la tiranía española. Aquí vivió siete años y fue esa misma tiranía colonial la que, conociendo sus ideas y propósitos, lo obligó a partir hacia los Estados Unidos, primero, y hacia Colombia después. Lo que no le fue dado a Miralla, que murió joven en México sin ver a Cuba libre, le ha sido dado a nuestro Guevara, luchador por nuestra libertad, la libertad de la tiranía de Batista, luchador por nuestra Independencia, la que aún nos falta, por cuya pérdida temió Martí para cuando nos viéramos libres del yugo de España. 

Pienso también en Máximo Gómez, el Generalísimo, el gran viejo, que no nació en Cuba, pero que ocupó el más alto grado en el Mando de los ejércitos libertadores; pienso en Narciso López, venezolano, creador de nuestra bandera. Todos son América, nuestra gran Patria. 

Hace apenas un mes, yo vivía en Buenos Aires y guardo la nostalgia de aquella dulce y enérgica tierra, donde se me amó como un hijo de ella. Fue en Buenos Aires donde yo escribí un poema dedicado al Comandante Guevara. Ese poema quise yo que fuera una pequeña demostración de gratitud, un breve tributo de cubano, rendido a este argentino heroico, lleno de fe en el pueblo, en todos los pueblos que hubiera podido ser un capitán de la vanguardia de Maceo en Peralejo, o uno de aquellos hombres de acero con que el General San Martín cruzó los Andes. 

Si ustedes me lo permiten, yo comenzaré mi recital de esta noche leyendo mi soneto.

CHE GUEVARA
Como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera,
como si el Plata vegetal viniera
con el Cauto a juntar agua y ternura.
Así Guevara, el gaucho de voz pura,
brindó a Fidel su sangre guerrillera
y su ancha mano fue más compañera
cuando fue nuestra noche más oscura.
Huyó la muerte. De su sombra impura,
del puñal, del veneno, de la fiera,
solo el recuerdo bárbaro perdura.
Hecha de dos un alma brilla entera
como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera”.


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