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  • Las mujeres cubanas participan en todos los ámbitos: político, económico y social, en una coyuntura en que tienen dos y tres empleos -reconocido como pluriempleo- sin embargo, asumen estos retos profesionales, sin obtener el apoyo familiar para ello.
    En Profundidad

    Las mujeres cubanas participan en todos los ámbitos: político, económico y social, en una coyuntura en que tienen dos y tres empleos -reconocido como pluriempleo- sin embargo, asumen estos retos profesionales, sin obtener el apoyo familiar para ello.

En la nación antillana, todavía algunos patrones machistas, estereotipos y prejuicios, encasillan
la función que desempeña la mujer.

Aun cuando la Constitución de la República de Cuba, en sus artículos 42 y 43, define que todas
las personas son iguales ante la ley, con semejantes derechos, responsabilidades, libertades y
oportunidades, sin discriminación por sexo o género, los factores objetivos y las prácticas
culturales, hacen la diferencia en la vida cotidiana.

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Cabe mencionar que otra sería la realidad sin la interferencia del bloqueo económico, comercial
y financiero, impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos, que asfixia el desarrollo del país y
de los individuos. Particularmente, es una forma de violencia contra la mujer cubana, que impacta
sobre el pleno ejercicio de sus derechos.

En la nación antillana, todavía algunos patrones machistas, estereotipos y prejuicios, encasillan
la función que desempeña la mujer y normalizan una realidad que interfiere en el disfrute de esos
derechos legalmente conquistados. Frente a la dificultad, se impone la mujer cubana, que
constituye el 66 por ciento de los técnicos del país. Son ellas, el 64 por ciento de las trabajadoras
administrativas, el 44 por ciento en los servicios y conforman el 32 por ciento de las directivas de
la nación.

Tal vez el hecho más trascendental de los últimos años en Cuba, en términos de género y familia,
ha sido la decisión popular de más de 6.480.000 cubanos, consultados para el proceso de
establecimiento del nuevo Código de las Familias.

El inédito referendo permitió delinear los derechos de los niños y los abuelos, el matrimonio
igualitario y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, entre otros parámetros legales. La
nueva norma de más de 400 artículos, contiene novedosos objetivos, como la legalización de la
“gestación solidaria”, la cual permite a una mujer tener un hijo para otra persona, sin fines de
lucro.

El Código de las Familias que sustituye al validado en 1975, fue aprobado en referendo popular
el 25 de septiembre del 2022, con el 66,85 por ciento de las boletas válidas. Denominado como
el código de los afectos, prioriza la realización de las personas, la solidaridad, las atenciones y
los cuidados de las personas. Igualmente, sostiene a la dignidad como valor supremo, los derechos reconocidos en la Constitución de 2019 y tratados internacionales de los que Cuba es
parte.

Por ejemplo, amplía la protección a las personas trabajadoras, como consecuencia de la
multiparentalidad. Del mismo modo, protege la filiación adoptiva y socio-afectiva, de acuerdo
con los variados tipos de filiación, actualmente previstos en el Código. Para el cuidado de los
hijos, se extiende el derecho a la protección a otras personas que estén encargadas -el decreto ley
56- “De la Maternidad de la Trabajadora y la Responsabilidad de las Familias”, o sea, no
solamente concedido a la madre o al padre.

Un término notorio es el amparo a la gestante solidaria trabajadora. Se trata de que la mujer que
decida tener un hijo para otra familia, tiene igual derecho -legal- al cuidado durante el embarazo,
el descanso prenatal y la recuperación después del parto.

Precisa el nuevo Código de las Familias, que tienen derecho a disfrutar de la licencia prenatal
(desde las 34 semanas o 32 en caso de embarazo múltiple) y postnatal (seis semanas luego del
parto), y vencido este período, la reincorporación al empleo. Se añade - para persona delegante-
seis días completos o 12 medios días de licencia retribuida. Esta medida tiene como fin
acompañar a la gestante solidaria.

Después del nacimiento, el encargado del cuidado de la hija o hijo, tiene derecho al disfrute de
una licencia postnatal, por un plazo de 12 semanas. Una vez se vence, se decidirá cuál de
ellos, tendrá a su cargo al bebé, y será quien reciba la prestación social: 60 por ciento de su
salario promedio mensual. Lo inusual, es que también este derecho puede ser ejercido por uno
de los abuelos trabajadores.

Aquellas sombrías perspectivas

Lejos quedó aquella realidad previa a 1959, en que la mujer cubana era ignorada de las leyes y
discriminada de innumerables formas. Si eran mencionadas en algún edicto legal, significaba
puro formalismo, porque sus derechos eran muy limitados.

Aspiraban a lo imposible, porque el desempleo rampante y los bajos salarios, no le permitían a la
gran mayoría alguna realización personal. Sin seguro social ni leyes laborales que las ampararan,
lo más común a alcanzar era el empleo doméstico y el agrícola. Algunas eran conducidas por el
despiadado camino de la prostitución, establecido en múltiples formas en la sociedad de cada
pueblo o ciudad.

Fue consecuencia de incontables protestas y huelgas revolucionarias de la clase obrera, que en
1933 se promulgaron disposiciones jurídicas, en beneficio del derecho de la mujer al trabajo.
Luego entró en vigor la llamada Constitución del 1940, avanzada para el momento; recogía
derechos al trabajo para hombres y mujeres, un sueldo mínimo, protección a la maternidad. Pero
la ley era letra muerta. En la República deformada por el influjo del imperialismo yanqui, los
desgobiernos de la corrupción criolla y el desenfreno, no tenía cabida un cuerpo legal a favor de
las mujeres y los humildes.

Para 1958, casi la tercera parte de la población en disposición de trabajar, del total de unos 6.700.
000 habitantes, estaba sin laborar. Serían alrededor de 650.000 los desempleados y
subempleados. Sólo se reseñaba el empleo formal de una mujer, por cada ocho trabajadores.
En este sentido, Cuba ocupaba uno de los índices más bajos de América Latina. Del total de
mujeres en edad laboral, el 85 % eran amas de casas. La verdadera proporción de las
económicamente activas, sólo alcanzaba un 12 %. Alrededor del 70 % de las mujeres, percibía
menos de $75 de salario en moneda nacional, incluyendo más del 20 % de las profesionales y
técnicas.

El analfabetismo laceraba al 22 % de la población. O sea, más de 800.000 personas, de los cuales
la mayoría de los iletrados, eran mujeres responsabilizadas de los hogares, encargadas de las
labores domésticas; tal vez víctimas de la omnipotencia del marido o familiares varones. Más de
un millón de niños no tenían acceso a la escuela, con una tasa de escolarización de sólo un 55 %,
para los niños de 6 a 14 años.

Efectos de la Revolución

A partir del triunfo de la Revolución cubana del primero de enero de 1959, se instauró un nuevo
proyecto social, con la voluntad política de promover la igualdad de derechos y oportunidades
para la mujer.

En primer lugar, las familias y las mujeres accedieron a posibilidades de participación plena en
el proceso revolucionario. La intervención de la mujer a escala social, comenzó a cambiar unida
al estímulo por una evolución en la actitud y la mentalidad de toda la población, con respecto a
su papel y lugar en la colectividad.

La lucha por la igualdad de la mujer fue también el centro de la nueva batalla dentro de la
Revolución. Así surge la Federación de Mujeres Cubanas -FMC- un 23 de agosto de 1960. Se
iniciaba un cambio radical, que implicaría la transformación de la mentalidad de mujeres y
hombres, para establecer nuevos valores y vencer los prejuicios, parafraseando a Vilma Espín
(1972), presidenta de la FMC.

"La mujer cubana, doblemente humillada y relegada por la sociedad semicolonial, necesitaba de
esta organización propia, que representara sus intereses específicos y que trabajara por lograr su
más amplia participación en la vida económica, política y social de la Revolución", dijo el líder
de la Revolución cubana, Fidel Castro en 2006, para destacar la fundación de la organización
femenina.

Que la FMC haya asumido la atención a las familias, aunque su compromiso social específico
estaba encaminado a la problemática de las mujeres, no significa que ello fortalezca el mito
sexista de que la familia es un asunto que compete a la mujer. Visto desde la realidad actual,
alerta sobre cualquier contradicción en la relación: sociedad, Estado y familia, así como el
enfoque más adecuado de género.

Mucho ha cambiado el contexto cubano. Los retos de la organización femenina son aún mayores
y las reflexiones hacia la emancipación de la mujer, deben ir hacia las problemáticas que enfrenta
toda la sociedad. Hacia una mirada de género cada vez más democrática, a través de la labor de
atención social, educativa y preventiva, que exige que sea de tipo comunitaria; acompañada de
un sentido de la participación desde las bases.

Recordamos como en la década de 1990 del pasado siglo, por iniciativa de la máxima dirigente
de la organización, Vilma Espín, surgen las Casas de Orientación de la Mujer y la Familia.
Lugares de encuentro y reflexión, que aún hoy contribuyen a la formación laboral de mujeres
amas de casa, a través de entrenamientos que posibilitan el aprendizaje de un oficio o la
reorientación laboral. Con ello, propiciar su incorporación a sectores de la producción y los
servicios.

Con la Encuesta Nacional de Fecundidad (ENF 2022), se ratifican las estadísticas de que la
fecundidad en Cuba, es muy baja y no se va a recuperar en el corto o mediano plazo. En
contraste, se resiste a descender el número del embarazo adolescente. Dos temas sensibles, de
alta incumbencia de toda la sociedad.

La doctora María del Carmen Franco, subdirectora del Centro de Estudios de Población y
Desarrollo (Cepde), de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), actualiza la
información sobre los factores demográficos, socioeconómicos y culturales y las motivaciones y
circunstancias que intervienen en las decisiones reproductivas de hombres y mujeres en la Cuba
actual, incluidos los adolescentes. En este estudio, tercero de su tipo en la historia más reciente
de Cuba, entrevistó a 12.093 personas de entre 15 y 54 años (6.471 mujeres y 5.622
hombres.

Los planes reproductivos para el futuro de la población en edad fértil, confirmaron la existencia
de una baja reserva de nacimientos. Del total de las mujeres en edad reproductiva, el 32 por
ciento de las consultadas, no tenía hijos en el momento de la encuesta; el 36 por ciento solamente
tenía uno y el 9,3 por ciento, dijo que lo estimarian en los próximos tres años.
Esta situación es proporcional a las desigualdades de género. No bastan las intenciones, si las
opciones de la sociedad y la economía, no llegan a todos por igual. Queda mucho por hacer y
alcanzar.

Aún pesan las responsabilidades familiares, que les han sido asignadas por mandato patriarcal a
las mujeres -en edad reproductiva y con trabajos remunerados- siguen sobrecargadas de tareas
que les impiden llevar de manera armónica la vida laboral.

En torno a las relaciones sexuales, un 69,8 por ciento de mujeres y 75,8 por ciento de hombres -
respondieron el cuestionario de la ENF 2022- que se iniciaron sexualmente antes de los 18 años.
El 28,6 por ciento de las adolescentes -de entre 15 y 19 años entrevistados- está casada o en
unión y una de cada seis experimentó un matrimonio precoz.

El 17 por ciento de ellas, tienen una pareja diez o más años mayor. El informe de la encuesta,
define que: “El matrimonio infantil parece ser una práctica desde hace varias generaciones, que
aparentemente se ha incrementado en las generaciones más jóvenes y presenta una brecha de
género, desfavorable para las mujeres”.

Alrededor de un 10 % de las mujeres adolescentes, han tenido hijos alrededor de los 16 años. El
12,5 por ciento antes de los 18 y, al menos una de cada cien, fue madre siendo una niña menor de
15 años, define la encuesta.

También han identificado dificultades en el acceso a los servicios de anticoncepción, la
regulación menstrual y el aborto, así como los problemas para que las adolescentes y sus
familias puedan llegar más fácilmente a las instituciones sanitarias.
Se enfatiza en un inadecuado uso de métodos anticonceptivos, que conllevan a embarazos no
deseados, baja percepción de riesgo y de la cultura sobre el comportamiento sexual y
reproductivo, explicó la doctora Matilde Molina Cintra, de Investigaciones del Centro de
Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.

El problema no sólo atañe a la Salud Pública, manifiesta el déficit de un componente educativo,
que compete a toda la sociedad y a la familia. Se señala como un elemento muy contradictorio, la
postergación por parte del Ministerio de Educación, de la implementación de la Resolución 16,
del 26 de febrero de 2021, sobre el Programa de Educación Integral en Sexualidad con enfoque
de género y derechos sexuales y reproductivos.
Vale decir, que actualmente son mujeres el 55,74% por ciento, de quienes integran la recién
aprobada X Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular en Cuba. Igualmente es
notorio en este enfoque, la aprobación de un documento con el Programa Nacional para el

Adelanto de las Mujeres (PAM) o de una disposición normativa como la Estrategia integral de
prevención y atención a la violencia de género y la violencia en el escenario familiar. 
“En Cuba hemos conquistado muchas cosas,  tenemos muchos avances, pero no podemos creer
que todo está logrado en los temas de igualdad”, exhortó Mayda Álvarez, investigadora del
Centro de Estudios de la Mujer, durante el Panel “Miradas especializadas a desafíos de género en
Cuba”.

Con la vicepresidenta de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ana María Mari Machado y
Francisco Pichón, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en Cuba, recientemente
se realizó un taller, por la Comisión de Atención a la Juventud, la Niñez y los Derechos de
Igualdad de la Mujer, donde participaron cerca de 50 diputados. Fueron centro de este debate, los
retos asociados al embarazo adolescente en Cuba, los nudos críticos para la implementación del
PAM y los desafíos de la estrategia integral, como política pública.

Las discusiones del Taller Parlamentario, salvaguardaron el respeto a la diversidad, la no
discriminación, la cultura de igualdad, el respeto a la diversidad, la necesidad de los temas de
género en los libros de texto, en programas de estudio de pre y posgrado y materiales didácticos.
También en fortalecer la labor institucional dirigida a prevenir y enfrentar la violencia de género
e intrafamiliar, la prostitución y la trata de personas.

Acerca de la necesidad de perfeccionar las políticas, que posibiliten la promoción de las mujeres
a todos los niveles de toma de decisiones, insistió Mayda Álvarez, investigadora del Centro de
Estudios de la Mujer.

La especialista instó a crear las condiciones, para valorar económicamente la contribución a la
economía familiar y social, del trabajo no remunerado de las mujeres. Del mismo modo instó a
desarrollar alternativas, para ampliar los servicios relacionados con los cuidados y el trabajo
doméstico. Destacó la necesidad de sensibilización y la capacitación, para la participación de los
hombres en este tipo de tareas.

Acerca del papel fundamental que tiene el Parlamento frente a los desafíos, la investigadora y
socióloga cubana Clotilde Proveyer, dijo: “El abordaje multidisciplinar del fenómeno, resulta
uno de los desafíos más importantes para el trabajo futuro, y en el mismo estamos comprometidos todos los actores sociales que por nuestro perfil y compromiso tenemos el encargo social de combatir la violencia de género”.

La prevención y la atención de la violencia, se ganan con la cultura. Es muy necesario priorizar
la creación de servicios especializados, para el cuidado integral a las víctimas de la violencia. Se
cita la inclusión de una línea telefónica única, ampliar la información, la acción especializada de
profesionales y desmontar los “factores socioculturales de aceptabilidad”.

Sobre el embarazo adolescente, se dijo en la sesión parlamentaria, que la tasa específica de la
fecundidad del grupo entre 15 y 19 años se ubicó en 2022, en 50,60 hijos por cada mil mujeres.
Esto significa, un 17,91 por ciento de la fecundidad total del país.

Mujeres por cuenta propia

Aun cuando la cifra de mujeres incorporadas al trabajo por cuenta propia, es de 201.654 -
hasta el pasado año- falta mucho por hacer en este sentido.

El total de personas empleadas por “cuenta propia”, según el Registro de Contribuyentes de la
Oficina Nacional de Administración Tributaria, es de 585.921 individuos. Cabe aquí decir
“pero”, las mujeres -más del 34 por ciento- están vinculadas a tareas “tradicionales”, asignadas a
los cuidados de los niños y a los servicios. Son minoría como dueñas de negocios y en su gran
mayoría, aparecen como trabajadoras contratadas.

Otro de los elementos criticados actualmente, tiene que ver con la reproducción de patrones
“occidentales” donde clasifican mujeres jóvenes, de buena apariencia e incluso universitarias,
que potencian un modelo de “belleza”, para optar por algunos empleos de servicios. Estereotipos
que reproducen esquemas y limitan a la totalidad de las mujeres e incluso a los hombres, que
pudieran preferir esos puestos de trabajo.

En esta discusión sólo existe un camino, la educación. Amparada por las políticas públicas, que
contengan un sentido integrador y respetuoso de toda la sociedad. Sensibilizar y romper los tan
dañinos conceptos patriarcales, hasta responsabilizar a todos miembros de la familia por la vida
de los otros.

A nivel social, luchar por un nuevo modelo de gobernanza, donde participen todos los sistemas,
órganos laborales, instituciones, instancias económicas y sociales, que darían al traste con una
mejor calidad de vida.

Las mujeres enfrentan una sobrecarga de trabajo cada vez mayor. Muchas de ellas,
necesitan tener más de un trabajo, integrarse al mercado informal laboral o incluso salirse
del mercado laboral formal.

El trabajo por cuenta propia, surge como actividad autónoma, para personas naturales,
propietarios o no de los medios de trabajo, para prestar servicios o producir bienes materiales.
Las mujeres, desde 1959 hasta ahora, salieron al espacio público; pero muchos hombres no han
entrado en el ámbito doméstico familiar. Esto explica la sobrecarga femenina, en la atención a
los hijos y familiares.

Las mujeres cubanas participan en todos los ámbitos: político, económico y social, en una
coyuntura en que tienen dos y tres empleos -reconocido como pluriempleo- sin embargo, asumen
estos retos profesionales, sin obtener el apoyo familiar para ello. Muchas de ellas dejan de
descansar, para cumplir con labores domésticas “asignadas” en roles patriarcales y afrontar
prejuicios violentos sobre su vida. En éste sentido, el reto está en reconstruir ésta realidad, con
procesos educativos conscientes.

Es reconocido que existe un déficit de atención e infraestructura de servicios de apoyo al hogar,
en zonas urbanas y mucho más en las rurales. Particularmente negativo y desigual, donde están
más arraigados los patrones culturales del “deber” femenino y masculino. En estos escenarios, la
mujer puede ser víctima de violencia de todo tipo, por no cumplir con los patrones normados por
esa parte de la sociedad, retrógrada en su pensamiento. No cuenta todo el esfuerzo de la mujer en
el hogar, la dedicación hacia la familia, niños y ancianos, porque éste es un trabajo no
remunerado, asignado socialmente a ellas.

Eliminar la brecha de género

La creación del primer Observatorio de Cuba sobre Igualdad de Género (OCIG), responde a la
alianza entre trabajo conjunto de la Oficina Nacional de Estadística e Información con la

Federación de Mujeres Cubanas y el Centro de Estudios de la Mujer (CEM). Podrá consultarse
en el nuevo portal estadístico del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM).
Este sensible tema del acceso a la información, permitirá a toda la sociedad, como al ciudadano
común, mantenerse actualizado y acceder a datos tan importantes y sensibles referidos a la
violencia.

En noviembre de 2022, la propia CEPAL presentó el documento “Romper el silencio estadístico
para alcanzar la igualdad de género en 2030”. En la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de
Argentina, se reconoció  “la necesidad de diseñar políticas públicas informadas, sobre la base de
sistemas de información que muestran las diferencias entre hombres y mujeres, evidencian las
condiciones de vida de las mujeres en su diversidad y sirvan para superar las desigualdades y
llevar adelante acciones para un desarrollo sostenible e inclusivo, con la igualdad de género en el
centro”. 

Las normativas cubanas proscriben cualquier tipo de discriminación. Artículo 42: Todas las
personas son iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las autoridades y gozan
de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de
sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel,
creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial, o cualquier otra condición o
circunstancia personal que implique distinción lesiva a la dignidad humana.

Todas tienen derecho a disfrutar de los mismos espacios públicos y establecimientos de
servicios.

Asimismo, reciben igual salario por igual trabajo, sin discriminación alguna. La violación del
principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley.

La Ley de leyes en Cuba, tiene claros esos derechos de la mujer. Las personas necesitan
consistencia en la educación, en el ejercicio y en la defensa de ellos. Porque sigue latente la
necesidad de transformar la mentalidad de mujeres y hombres, para establecer nuevos valores y
vencer los prejuicios, como bien nos recordara la líder femenina, Vilma Espín. Ésta siempre será
una tarea pendiente, para emancipar a la mujer.


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