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    Las Naciones Unidas subrayan que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos ofrece una triple ventaja: beneficia al clima, garantiza la seguridad alimentaria y contribuye a la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios.

Reducir el desperdicio de alimentos se traduce en un uso más eficiente de los recursos naturales y en una disminución de la contaminación innecesaria.

Disminuir el desperdicio de alimentos podría resultar en avances significativos en dos desafíos críticos de nuestro tiempo: la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental, como lo revela un reciente informe del Banco Mundial. Incluso antes de que la pandemia de Covid-19 perturbara las cadenas de suministro a nivel nacional, lo que llevó a algunos agricultores a desechar cultivos no vendidos, aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos anualmente se perdía durante el cultivo, el transporte, el procesamiento o se desperdiciaba en las etapas de venta o consumo minorista.

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El vicepresidente de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial, Juergen Voegele, señaló: "Las estrategias destinadas a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos pueden aportar una serie de beneficios. Junto con otras políticas e inversiones, estas estrategias pueden desempeñar un papel fundamental en la mejora de la salud de la población, la economía y el medio ambiente de los países".

Una forma de contaminación innecesaria

Reducir el desperdicio de alimentos se traduce en un uso más eficiente de los recursos naturales y en una disminución de la contaminación innecesaria. Generar alimentos que no se consumen no solo consume valiosos recursos naturales, sino que también conlleva la emisión de gases de efecto invernadero, tanto durante su cultivo como durante su descomposición. De hecho, las emisiones asociadas a la pérdida y el desperdicio de alimentos representan aproximadamente el 8 % de las emisiones totales en el mundo, lo que convierte la reducción de este problema en una estrategia prometedora para mitigar el cambio climático.

Las Naciones Unidas subrayan que reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos ofrece una triple ventaja: beneficia al clima, garantiza la seguridad alimentaria y contribuye a la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios. Por lo tanto, en un contexto de creciente inseguridad alimentaria, malnutrición y hambruna a nivel global, este asunto debe convertirse en una prioridad.

Mientras muchas personas dan por sentada la disponibilidad de alimentos en la actualidad, millones de individuos en todo el mundo sufren hambre o inseguridad alimentaria, lo que demuestra que la garantía de acceso a alimentos no es una realidad para todos.

Lo que revelan las estadísticas

En términos generales, se estima que 3.100 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a una dieta saludable. Por otro lado, alrededor del 14 % de los alimentos producidos globalmente, con un valor de 400.000 millones de dólares al año, se desperdician una vez recolectados antes de llegar a los comercios. Además, un 17 % adicional, equivalente a unos 931 millones de toneladas de alimentos, termina en la basura, tanto en los comercios como en los hogares de los consumidores. Sorprendentemente, gran parte de este desperdicio de alimentos ocurre en nuestros propios hogares.

La pérdida y el desperdicio de alimentos imponen una carga innecesaria sobre el medio ambiente y los recursos naturales utilizados en su producción. Básicamente, esto implica una utilización ineficiente de los recursos de la tierra y el agua, genera contaminación y emite gases de efecto invernadero (GEI) de forma evitable.

Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos puede tener un impacto positivo en la seguridad alimentaria. Aunque un enfoque comúnmente adoptado por los gobiernos de países de ingresos bajos y medios es mantener artificialmente bajos los precios de los alimentos para abordar la inseguridad alimentaria, esto tiene consecuencias negativas, ya que los precios bajos no reflejan los verdaderos costos ambientales de la producción de alimentos y no brindan incentivos para preservar los recursos. La disminución de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede aumentar la disponibilidad de alimentos y, por ende, hacer que estos sean más asequibles para los consumidores sin necesidad de aumentar la producción ni seguir agotando los recursos naturales.

Posibles soluciones

El derecho a una alimentación adecuada supone que los alimentos deben estar disponibles y ser accesibles para todas las personas. Esto requiere que los sistemas de producción, procesamiento y comercialización estén alineados con la demanda, de modo que los alimentos no se pierdan o desperdicien a lo largo de la cadena de suministro debido a problemas en la cosecha, distribución o precios. Esta problemática amenaza la capacidad de las personas para acceder a los alimentos que necesitan.

Además, la pérdida y el desperdicio de alimentos tienen un impacto negativo en cuestiones tan relevantes como el cambio climático, la pobreza, el comercio y, en última instancia, en la realización del derecho a una alimentación adecuada. Por ejemplo, en los sistemas actuales de producción de alimentos, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan en un ocho por ciento.

Aquí presentamos algunos consejos valiosos para reducir el desperdicio de alimentos:

-Compre de forma inteligente.

-Cocine de manera más eficiente.

-No descarte frutas y verduras con "apariencia imperfecta".

-Asegúrese de que su nevera funcione correctamente.

-Siga el método "salga primero lo que entró primero".

-Aprenda a almacenar alimentos adecuadamente.

-Comprenda las etiquetas de fecha en los alimentos.

-Pida porciones más pequeñas cuando coma fuera.

-Aprecie las sobras y deles un nuevo propósito.

-Fomente su creatividad en la cocina.

-Comparta alimentos con otros: utilice aplicaciones específicas.

-Done alimentos no deseados a organizaciones benéficas.

-Aproveche la tecnología para reducir el desperdicio.

-Composte los restos de alimentos en lugar de desecharlos.

Mejorar los métodos en la cadena de suministro, desde la cosecha hasta el procesamiento y el consumo, es fundamental para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos. Además, esto contribuye de manera significativa a garantizar el derecho de todas las personas a una alimentación adecuada.


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