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    Esos conocimientos populares de los antepasados, son parte de la educación generacional, sobre todo en el medio rural.

El espacio multicultural diverso, incorporará los saberes de una veintena de etnias.

La primera Universidad de los Saberes Ancestrales y Tradicionales, abrirá en abril de 2024 en Colombia, con alrededor de 400 alumnos.

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El trascendental hecho educativo, tiene que ver con la voluntad política del Gobierno, para salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial del conocimiento acumulado por ese millón de indígenas, que integran alrededor de 40 pueblos diseminados por todo el país, según cifras de la entidad responsable de las estadísticas oficiales de Colombia, DANE.

El alto centro de estudios con acceso a todo el territorio nacional, será autosustentable y en respeto a los principios de los habitantes originarios, también amigable con la naturaleza y el medio ambiente. El predio de 21.163 metros, estará ubicado en el departamento de Sucre del Caribe colombiano, específicamente en el municipio de Santiago de Tolú, a orillas del Golfo de Morrosquillo.

El espacio multicultural diverso, incorporará los saberes de las etnias: Wayú, kogui, arhuaco, chimila, arzario, yuco yukpa, zenú, motilón barí, tulé, emberá chami, emberá katío, wuonaan, coyaima, dujo, eperara siapidara, misak, yanacona, nasa, inga, awa kuaiker, camëntsa, coreguaje, cofán, pijao, desano, Uitoto, cocaima, tanimuka, bora, taiwano, bara, nukak makú, tukano, barasana, curripaco, achagua, puinave, andoke, cubeo, sikuani, amorúa, cuiba, betoye, chiricoa y u´wa.

Más del 70% de los colombianos que se dedican a las artesanías, tienen entre 30 y 60 años de edad, por lo que urge incrementar el número de jóvenes que reciban estos conocimientos. Actualmente sólo el 2.4% de los artesanos, son menores de 30 años.

Lo confirma la gerente general de la entidad, Adriana Mejía Aguado: “El objetivo de la universidad es la transmisión de saberes y oficios ancestrales y tradicionales de nuestro país, los cuales están en vías de extinción; tal como lo indican las estadísticas: 11,3% de los 33.291 artesanos caracterizados por Artesanías de Colombia S.A-BIC tiene menos de 30 años de edad, condición que pone en riesgo el ejercicio de esta práctica cultural”.

Para fortalecer los saberes del sector artesanal, contarán con el apoyo económico, técnico, administrativo y humano de la Gobernación departamental de Sucre, en alianza con la empresa Artesanías de Colombia S.A-BIC. Porque son maestros artesanos, no necesitarán tener títulos profesionales de bachiller, para ejercer la enseñanza y la capacitación. A ellos, se les hará un pago por cada hora de cátedra, al nivel que un profesor universitario; aunque para ser parte del claustro, necesitarán de un proceso de selección.

La Universidad de los Saberes Ancestrales y Tradicionales contará con talleres de moda, cuero, bordado, de tejeduría, orfebrería-platería, artes plásticas, gastronomía ancestral y tradicional. Tendrán un teatro al aire libre, estudio de sonido, biblioteca, sala de cómputo y aulas de clase. Mientras suceda el aprendizaje, en una vitrina exterior, será exhibida y comercializada la artesanía colombiana, reconocida por la Unesco en 2019, como patrimonio cultural de la humanidad.

Actualmente las artesanías típicas más conocidas, de acuerdo con el sitio web de ‘Marca Colombia’, son: las Mochilas Wayuu y Arhuacas, las Cerámicas de Ráquira, el Sombrero Vueltiao y La Ruana Colombiana. Igualmente son reconocidas las Alpargatas, las Chivas de Barro, los Mopa-Mopa y la Bisutería Colombiana.

Igualmente, la moda colombiana hace bien en inspirarse en sus tradiciones. Son muy reconocidas las mochilas colombianas tejidas a mano, elaboradas con fibras naturales animales y vegetales. Así destacan los sombreros, el calzado artesanal, las telas y ropas bordadas con delicados detalles, hechos por las manos de personas originarias que viven en más de 300 comunidades indígenas artesanas.

Las buenas prácticas de las técnicas artesanales del país, compartidas a este nivel, inspiran un compromiso para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial. Se exponen como ejemplo, el oficio de las tejedoras de la Guajira, la filigrana, la cerámica y la talla.

Produce y reproduce el valor patrimonial

A diferencia de otras universidades colombianas, desde hace unos años funciona una iniciativa similar en la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN), ubicada en el departamento del Cauca. Tiene programas de pregrado, relacionados con las culturas de las comunidades indígenas, los cuales conjugan los saberes ancestrales con la administración propia del territorio y el renacer de sus lenguas originarias.

Las poblaciones indígenas colombianas son, a menudo, de las más desconocidas del continente. No fue hasta 1991, cuando la Constitución de Colombia, reconoció la multiplicidad étnica del país y se permitió a las comunidades indígenas participar en la vida pública y política, incluso su entrada en el Congreso de la República.

Atendiendo a los datos de DANE del 2018, se estiman alrededor de 1,9 millones de personas y más de 100 comunidades indígenas en Colombia. Por su parte, en México alcanzan unos 4,4 millones, en Perú, 3.2 millones y Bolivia tiene el número más cercano, con 1,5 millones de personas originarias.

Para los indígenas, el territorio habitado constituye una base espiritual y una material, complementarias. Foto: EFE

Hasta ahora, el grave problema de desatención de los pueblos originarios, es un lugar común en Latinoamérica. Todo lo que se haga es poco para solucionar la marginación ancestral y por contribuir a la inclusión social plena.

En Colombia se reconoce como reto frente a los pueblos indígenas, la necesidad de reconocimiento, respeto y defensa de la diversidad étnica y cultural. Igualmente el abandono de las zonas rurales donde vive un gran porcentaje de estos pueblos, al centrar los servicios en zonas urbanas. El constante saqueo, expolio y violencia por parte de grupos armados ilegales y falta de observación del Estado de las necesidades existentes en los territorios indígenas.

Tampoco los sucesivos gobiernos, han incluido en los censos oficiales a indígenas que hayan migrado a las ciudades, en busca de mejores oportunidades. Son invisibilizados en los registros públicos de muchos países, por lo tanto, reducen el tamaño de sus poblaciones indígenas con la tesis de la transculturación de un indígena a la cultura predominante.

Con una población total ubicada en cinco macroregiones identificadas como: Amazonía, Orinoquia, región Centro Oriente y la Costa Atlántica, la diversidad de cifras sobre la población indígena cambia de una institución gubernamental a otra; la Organización Nacional Indígena de Colombia y el Movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia manifiestan consistentemente que la población indígena sobrepasa el millón.

Para los indígenas, el territorio habitado constituye una base espiritual y una material, complementarias. No sólo representa la superficie, sino los recursos naturales, la flora, fauna, ríos y lagos que hay en ella.

En la cultura occidental, la tierra y los recursos, son generalmente poseídos de manera individual; para los indígenas, son utilizados como un bien comunitario. Consideran que a la tierra se le debe la propia existencia, por eso el carácter de la propiedad colectiva.

Las demandas principales de los indígenas y sus organizaciones, tienen que ver con la tierra y con el territorio. Es el espacio que vincula a numerosas generaciones con sus antepasados, es identidad espacio madre que se debe cuidar y proteger. También delimita límites frente a otras sociedades, para el fortalecimiento de la autonomía.

También constituyen un reclamo creciente, de quienes han debido desplazarse hacia lugares distintos al ancestral originario, desplazados a centros poblados y ciudades de la región. Esta identidad se retroalimenta con viajes y visitas familiares, así como con otras prácticas socioculturales. El trabajo comunitario es la base de la reciprocidad entre descendientes de indígenas, para resolver problemas cotidianos, propios de las ciudades.

Por eso se establece la noción de ciudades multiculturales. Reconocen la existencia de migrantes indígenas y el derecho de los indígenas urbanos, incluso de los nacidos en la ciudad, para el respeto a su identidad.
También para ellos es importante la preservación de los saberes ancestrales o tradicionales, como componente vital de las comunidades étnicas.

Su forma de vivir

Más de 476 millones de personas en el mundo habitan los pueblos indígenas de 90 países. Son más de 5000 grupos distintos con conocimientos, prácticas y rituales. Culturas construidas en la praxis vital comunitaria, conservada y recreada por los “mayores sabios” de las “comunidades”, y transmitidos oralmente, de generación en generación; no por escrito.

Esos conocimientos populares de los antepasados, son parte de la educación generacional, sobre todo en el medio rural. Transmitidos en una conversación familiar, ceremonias, narrativas mitológicas, danzas y ritos.

Tampoco son conocimientos validados por el “establishment” intelectual y académico dominante, jueces de lo válido o digno de llamarse auténticamente conocimiento o simplemente “saberes” y “saberes ancestrales”.

Ahí radica la importancia de autenticar la sabiduría indígena, una iniciativa merecedora de réplica en todo el mundo habitado por pueblos originarios, con millones de habitantes que representan más del 6,2 por ciento de la población mundial y el 15 por ciento las poblaciones más vulnerables.

Hay que hacer notar que, la ancestralidad tiene  sus raíces en el corazón de un pueblo.


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