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  • Ha comenzado el año Bicentenario de Ayacucho. Serán extraordinarios, sin duda los homenajes para tal acontecimiento y para su gran protagonista el nacido el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, Primogénita del continente.
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    Ha comenzado el año Bicentenario de Ayacucho. Serán extraordinarios, sin duda los homenajes para tal acontecimiento y para su gran protagonista el nacido el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, Primogénita del continente.

Sucre  se convirtió mundialmente en pionero de los Derechos Humanos al redactar  el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra a finales de 1820, que puso fin a la Guerra a Muerte y permitió un trato humanitario y digno a los vencidos. Para ese momento contaba sólo con 25 años de edad.

El 3 de febrero es fecha que se convierte en un acto de reafirmación venezolana cuando sabemos que Antonio José de Sucre, hijo dilecto de Cumaná entra en un nuevo aniversario de su natalicio. Para gloria de su patria, del continente y del mundo, vio la luz en la Primogénita del continente el 3 de febrero de 1795, 12 años después de quien sería su mejor amigo, Simón Bolívar.

Esa docena de años se mantuvo siempre como en una suerte de cábala pues ambos rindieron tributo a la vida el mismo año: 1830. Bolívar moriría a los 47 años y Sucre a los 35.

No fue fácil la vida del futuro Gran Mariscal. Su familia fue diezmada por causa de la Independencia.  José Tomás Boves se ensañó contra los Sucre y Alcalá, y Antonio José perdió 14 parientes directos, incluidos 2 hermanos y una hermana.

Destellos

"¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar”.


Esas palabras fueron  pronunciadas hace casi 200 años por Antonio José de Sucre, gloria histórica de Cumaná, poco antes de iniciarse la Batalla de Ayacucho, Bicentenaria en diciembre próximo. Ayacucho fue la gran diadema de su gloria pero no fue la única proeza del militar y estratega cumanés. Sucre  se convirtió mundialmente en pionero de los Derechos Humanos al redactar  el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra a finales de 1820, que puso fin a la Guerra a Muerte y permitió un trato humanitario y digno a los vencidos. Para ese momento contaba sólo con 25 años de edad.

Sucre, el hombre cuya primera biografía fue escrita nada menos que por Simón Bolívar y que fuera definido certeramente por José Martí como Hombre Solar es una referencia en la historia y un factor de devoción y creación por parte de políticos y estadistas, poetas, pintores, músicos y cultores tanto venezolanos como internacionales.

Tal vez algunos recuerden el rostro del entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa, cuando llegó a Cumaná y caminó por el parque Ayacucho, justo el 3 de febrero, pero en 2009. Indescriptible. Era como si estuviera pisando tierra santa, acompañado de otros presidentes de la ALBA- TCP. 

Poesía y música para Sucre

Poesía, artes plásticas, música, las artes  han dedicado al Gran Mariscal de Ayacucho  obras y devoción.

Destacamos fragmentos de dos poemas de autores bolivianos para resaltar el amor de ese pueblo por quien fuera su primer presidente.

Por ejemplo el poeta y educador Guillermo Loayza (Sucre, 1870-1924) escribió:
¡De rodillas, oh pueblo boliviano,
ante el gigante de tu ilustre historial!
¿Lo ves? Es Sucre, el hijo de la gloria.
Fuerte, constante, altivo, sobrehumano,
de Ayacucho inmortal en la victoria,
él te arrancó la marca infamatoria
que te impusiera el despotismo hispano.

Y Juan José Quezada, poeta y dramaturgo además de jurista, nacido en Cochabamba en 1893, escribió:

Filósofo soldado, genial venezolano,
fue Sucre el invencible, bizarro Mariscal;
su nombre enorgullece al pueblo boliviano,
en cuyo cosmos vive, cual águila inmortal.

En cuanto a la música, gracias al trabajo investigativo y divulgador de la emisora Alba Ciudad (96.3 FM) de Caracas se puede ofrecer una recopilación de temas venezolanos dedicados al Gran Mariscal de Ayacucho.
Hay cuatro de estos temas que son cantados por casi todos los venezolanos, pero  resulta reconfortante constatar que la gratitud hacia Sucre es grande y es nacional.

Carota, Ñema y Tajá, del estado Lara, en obra de Adelis Freytez: De Pichincha a Cumaná.

 

Domelys González: Cumaná, Tierra Fecunda
Hermes Gutiérrez: Homenaje a Sucre
María Rodríguez y Daisy Gutiérrez: Los Dos Titanes (Bolívar y Sucre)

 

Alí Primera: Canción cumanesa
“Sucre, cuando supe que estuviste en Ayacucho con tu espada y tu valor/ ibas desbrozando sendas para romper las cadenas que tenía el Ecuador/ y tu amistad y tu nobleza hizo menor la tristeza de nuestro Libertador…”
Hernán Marín: Glorioso Antonio José

 

José Martínez: Polo al Gran Mariscal de Ayacucho
Marisela Querales: Soñé con el Mariscal

 

Raíces de Nuestra Tierra (Euradys Sanjuanelo): En honor al Mariscal
Zeneida Ramos: Antonio José

Los temas pueden ser escuchados y disfrutados a través de:
https://albaciudad.org/musica/canciones-a_j_sucre.html

Además de ésto Venezuela cuenta con la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho. En su página web se lee: “Fundada en 1989 por el maestro Rodolfo Saglimbeni, desde un principio se ha distinguido por ser una orquesta diferente. Su repertorio, amplio y diverso, incluye los géneros de ópera en todas sus vertientes, zarzuelas, musicales venezolanos e internacionales, conciertos académicos y populares, ballet, danza urbana y un horizonte de creaciones artísticas de toda índole”. Se mantiene activa bajo la batuta de la Directora Elisa Vegas, con el añadido del trabajo social que hacen a través de la música.

Se cuenta además con la Fundación del mismo nombre, de carácter educativo, de la Misión Sucre, creada el 2003 por el gobierno Bolivariano para reinsertar a estudiantes que estaban excluidos o imposibilitados de ingresar a estudios superiores, universitarios. También se cuenta con la Biblioteca Ayacucho, excelente iniciativa dedicada a la reedición y publicación de clásicos de la literatura latinoamericana y otros textos contemporáneos. La Biblioteca ha publicado más de 380 títulos en sus diversas colecciones.

Bolívar

En la biografía que El Libertador Simón Bolívar escribe de Antonio José de Sucre, se lee, al final:
“La Batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. Maniobras hábiles y prontas desbarataron en una hora a los vencedores de catorce años, y a un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado. Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos. Ayacucho semejante a Waterloo, que decidió del destino de Europa, ha fijado la suerte de las naciones americanas. Las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla, y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza.
El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada.
Lima 1825. 

Simón Bolívar

Martí

 

“Aquel fue hombre solar, y no se piensa en él sin vida y resplandor. Sus victorias eran puras; su amistad, viril; su corazón, de alas; su muerte, súbita y sombría, como la puesta de la luz. Por él parecen reales, aun a quien lleva los ojos sin vendas, las peleas de los dioses, y aquellos escudos de oro que bajaban del cielo a defender a los héroes. Amó la América, y la gloria, pero no más que la libertad. La prosa que lo cante ha de ser apretada y movible, como sus batallones cuando daba en ellos el sol: y su oda, como el eco, que va de monte en monte, por las crestas blancas de los Andes”.
Periódico Patria, Nueva York, 26 de enero de 1895
José Martí.

Ha comenzado el año Bicentenario de Ayacucho. Serán extraordinarios, sin duda los homenajes para tal acontecimiento y para su gran protagonista el nacido el 3 de febrero de 1795 en Cumaná, Primogénita del continente.


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