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    A inicios de los 80 cautivaron a chicos y grandes con La Pulga y el piojo, A la una, El Papagayo, La fiesta de los animales, Este niño Don Simón.

En agosto de 1971 asumieron grabar un disco bajo el auspicio de la Gobernación del estado para dejar plasmado cómo era una Serenata Guayanesa.

En agosto de 1971 hubo un acontecimiento imperceptible en Venezuela, posiblemente imperceptible en el estado Bolívar y a lo mejor en la misma Ciudad Bolívar, la Angostura del Orinoco.

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Y sin embargo el acontecimiento tuvo una onda expansiva de incalculables proporciones. Después de 50 años esa onda se mantiene en movimiento cosmo emocional, de retroalimentación permanente, porque si bien Serenata Guayanesa toma de su tierra, de su entorno, de su pueblo lo mejor, lo raigal, lo identitario para hacer de allí el canto de todos, también lo es que el pueblo venezolano siempre recibió, y recibe con alegría lo que ese cuarteto le devuelve multiplicado en sentimiento, melodía y calidad.

Ese agosto de 1971 asumieron grabar un disco bajo el auspicio de la Gobernación del estado para dejar plasmado cómo era una Serenata Guayanesa.

Foto: Cortesía

Se comenta que aún después de la grabación aquel grupo (que contó con la participación de otros destacados músicos bolivarenses) no tenía nombre y que fue para una presentación de los cuatro vocalistas cuando se afirmaron como la “Serenata Guayanesa” asumiendo el título de ese primer álbum.

Así es hasta la actualidad en la que el imaginario musical venezolano cuenta con ese cuarteto que tiene un petroglifo del Guri como logo, y “que canta así”.

Cincuentenario

Se trata de 50 años de amor que además ha representado a Venezuela a escala mundial con varios méritos. Uno de ellos es haber sido caja de resonancia de grandes y populares compositores y poetas como Alejandro Vargas, Guillermo de León Calles, Manuel Felipe Rugeles, Aquiles Nazoa, Luis Mariano Rivera, Jesús Rosas Marcano, Augusto Ramos, César Prato, Luis Laguna, Ernesto Arvelo Torrealba y un largo etc.

Ese mérito conlleva a su vez el milagro de un canto repartido por toda Venezuela sin distinción geográfica ni social, porque si bien es cierto que Serenata Guayanesa ha privilegiado la música de su zona natal, como tenía que ser, también es cierto que la música de Guayana se abrazó de una vez y para siempre con las malagueñas, las diversiones, las guasas, los valses, bambucos, danzas y gaitas, los merengues caraqueños, los tambores centrales, la música tuyera, el estribillo, la fulía y el galerón.

Es lo deslumbrante del canto de la venezolanidad, cantos muchas veces desconocidos y que ellos ayudaron a visibilizar.

También está la temática: El canto guayanés, el canto nacional, el canto Bolivariano en tanto que lo convoca el padre Libertador, el canto solidario con los pueblos de la América del Sur, Caribe abajo, y el hermoso y delicado canto infantil, ese del que decía el periodista y poeta Jesús Rosas Marcano que se hacía con sencillez y ternura, cerca del humor y lejos de lo grotesco.

Antecedentes

Hacia la década de los 50 la situación política y social de Venezuela era compleja. Antecedida por golpes de Estado, se había instaurado la dictadura de Marcos Pérez Jiménez a tono con la gran cantidad de regímenes dictatoriales en el norte de América del Sur y el Caribe.

Todos intentaron arroparse con el nacionalismo sin asumir la estructura social de la musicalidad de los países. Luego, en el caso venezolano, detrás de Pérez Jiménez llegó otra camada política que abrió sus brazos a tendencias rítmicas internacionales sin haber generado mecanismos de preservación de lo popular y tradicional venezolanos frente a la alienación que se venía encima.

Y no era un tema de la música como tal sino de los mecanismos habilitados detrás de ella (cine, radio, tv, vestuarios, coreografías, espectáculos) para desdibujar la identidad de los pueblos a nombre de la modernidad.

Foto: UM

Hubo resistencia cultural porque hay reserva cultural y a los efectos de lo que surgiría en Guayana en 1971, Venezuela alumbraría al mundo con el monumento que significa el Quinteto Contrapunto, fundado en 1963.

Contrapunto abriría grandes alamedas para la insurgencia de una nueva mirada sobre el canto venezolano, y sus posibilidades. Contrapunto no solo significó un grupo polifónico, Contrapunto significó un maravilloso repertorio nacional, desconocido hasta entonces, y también significó el acercamiento hacia una nueva perspectiva musical. El influjo de Contrapunto con los años se hizo evidente en todo el país (Quinto Criollo, Quinteto Cantaclaro, Dueto Criollísimo, etc.)

Ocho años separan la impronta de Contrapunto de la de Serenata Guayanesa. Se sabe que los músicos guayaneses conocieron al Quinteto en mayo de 1964 en la inauguración de la Concha Acústica de Ciudad Bolívar, ciudad en la que Contrapunto conoció, de la mano de los Pérez Rossi a Alejandro Vargas y su emblemático tema “Casta paloma”, posteriormente grabado por ellos.

Desde ese entonces es mucha el agua que ha corrido en el Orinoco, y mucho el afecto hacia la emblemática agrupación surgida en Bolívar, en Guayana.

En su cincuentenario, reciben el testimonio de esa gratitud

Fruto Vivas (Arquitecto)

“Hay personas quienes merecen oír que les digamos que no solo lo han hecho muy bien, sino que decir "Serenata" es decir sus nombres, y decir "Guayana" es tararear su canto y su música.

Y decir "Historia de la música de Venezuela" es decir "Serenata Guayanesa". Y con el pecho henchido de orgullo por saberlos nuestros venezolanos con orgullo gritamos que decir Serenata Guayanesa es decir Iván Pérez Rossi, César Pérez Rossi, Mauricio Castro Rodríguez y Miguel Ángel Bosch.

Ustedes recogieron no solo los colores de su amado estado Bolívar, las vivencias de Guayana como si fueran parte de las historias escritas en el diario de una adolescente o de una bitácora de vuelo, sino también los cuentos de caminos contados por el sapo, la pulga y el piojo, la viajera flor del río en el malecón, y todos los mágicos seres de la naturaleza, porque ustedes son niños, chamanes, waraos paseando en sus curiaras para traernos los cuentos que les contaron las guacamayas y los monos de los Caños del Orinoco en Delta Amacuro.

Foto: Alba Ciudad

Sus voces en varios registros interpretando la mágica historia de Venezuela vista con la fresca mirada de los niños, no deja más voluntad sino tenderles la alfombra roja del merecido éxito ganado a fuerza de creatividad, calidad, esfuerzo y trabajo en equipo.

Hemos sido bendecidos por disfrutar de la solidaridad serenatera en los cumpleaños cada 21 de enero, y en situaciones menos alegres, como desde la cama de una clínica hasta donde la voz de Iván siempre ha llegado, donde el reloj sí marca la hora.

Nosotros, que los amamos, solo como se ama a quien sin interés hace patria, escribe y canta esperanzadora y fantástica poesía, a quienes dibujan sonrisas en las presentaciones escolares, a quienes oímos en el susurro de los árboles mecidos al viento, les deseamos salud y 50 años más de éxitos, para que formen a sus herederos musicales para continuidad de la gloria de Venezuela en el mundo. (Fruto firma junto a Soraya Suárez, su esposa)

Yorel Pérez Lugo (compositor y vocalista guayanés)

“La música venezolana está de fiesta, se regocija el alma de su pueblo, con la celebración de los 50 años de vida artística ininterrumpida, de la agrupación más prolífica de las últimas décadas en esta tierra bendita ubicada al norte del América del Sur: Serenata Guayanesa".

Por allá por la década de los 60, del Orinoco emerge una vez más ese misterio mágico y divino, el mismo que tocó a Lauro, a Soto, al Negro Alejandro Vargas, y llena en ése entonces con su energía, con la musa de sus toninas, a través de las calles de Ciudad Bolívar, a unos jóvenes que, teniendo como epicentro La Esquina del Oasis (con su espectacular vista panorámica hacia el río Padre), renuevan de vida melódica a su terruño, y gracias a la vena musical de sus familias, y a sus vivencias universitarias, sobre todo en Mérida (incluidas las parrandas con "El Monumental" Ricardo Aguirre), formaron el grupo Los Gaiteros de la Plaza Miranda.

Foto: Cortesía

El bachiller Ramón Antonio Pérez Santamaría ("El Bachi" Pérez) en su bodega El Oasis, le daba cabida en su esquina a los ensayos de sus hijos y vecinos del casco histórico, y esa semilla, aderezada con la influencia, entre otros, del Quinteto Contrapunto, fue germinando hasta que, algunos de aquellos jóvenes serenateros (pues en aquella época era menester de deguste muy social el serenatear) fueron designados por la Providencia para crear el cuarteto vocal más importante de la historia musical de Venezuela, y es así como, con el acompañamiento de sólo dos cuatros, Iván y César Pérez Rossi, Mauricio Castro y Hernán Gamboa, en el marco de la Feria del Orinoco de agosto de 1971, graban un disco, cuyo título a la postre resulta ser el nombre la agrupación: "Serenata Guayanesa".

A partir de entonces, la perfecta mezcla de esas voces se perfiló hacia el firmamento con radiante fulgor, con una sonoridad única, contagiosa a más no poder, y se convirtió en el color de El Sapo, Casta Paloma, La Barca de Oro, La Zapoara, La mula (todas ellas autoría de Alejandro Vargas), Ciudad Bolívar, Cumpleaños Venezolano (éstas del "Pollo" Sifontes), Aguinaldo Criollo, Calypso del Callao, Corre Caballito, Luisa Teresa, Conticinio, El Ruiseñor, Nostalgia Andina, La Media Diana, El Norte es una quimera, Golpe y estribillo, Señor Gabán, entre otros, se convirtieron en verdaderos hits en la radio y televisión de Venezuela, toda una proeza para la música folklórica de nuestro país en aquél entonces.

Autores y piezas de todos los rincones del país comenzaron a florecer públicamente gracias a su proyección a través de las interpretaciones de Serenata Guayanesa, quienes, cual Rey Midas, todo lo que tocaban lo convertían en Oro.

A inicios de los 80 cautivaron a chicos y grandes con La Pulga y el piojo, A la una, El Papagayo, La fiesta de los animales, Este niño Don Simón, discos bellísimos dedicados a las madres, grandiosos álbumes de parrandas, aguinaldos y otros géneros, en compañía de Gualberto Ibarreto, Cecilia Todd, María Teresa Chacín, Simón Díaz, Francisco Pacheco, "Cheo" Hurtado, entre otros.

Fueron bendecidos al cantarle a su santidad Juan Pablo II en su visita al país. Si la tierra tierra fuera, y hasta la jocosa Devuélveme mis peroles los mantuvieron en el tapete, y otro envión recibieron cuando estrenan en su XXV aniversario en el Teresa Carreño, con la presencia de un jubiloso Manuel Yánez, con la voz de Francisco Pacheco como solista, la canción venezolana con más versiones desde esa fecha hasta nuestros días: Viajera del Río.

La graban e inmortalizan. Cabe destacar, que en presentaciones en las cuales, alguno de ellos no ha podido estar, han sido socorridos por un bateador emergente de lujo, un oriental prodigioso, Sabin Aranaga, a quien le ha tocado hacer las voces de todos, con una versatilidad maravillosa, manteniendo siempre el vuelo de Serenata incólume. ¡Bravo Sabin!

Desde que nacieron como agrupación, han sido embajadores de Venezuela en numerosos países del mundo: Alemania, Argentina, Chile, España, Portugal, México, Estados Unidos (EE.UU.), Colombia, Austria, Puerto Rico, Jamaica, Inglaterra, Francia, y otros más, llevando a todas esas latitudes nuestra rica musicalidad”.

Francisco Pacheco (cultor y vocalista)

Saludos mi hermano Iván, feliz aniversario a Serenata Guayanesa, 50 años de amor por la música universal y tradicional, me siento orgulloso de ser amigo de todos y de haber formado parte de su ejemplar trabajo, que Dios los bendiga y los mantenga siempre unidos para seguir haciendo grande a Venezuela, abrazos Serenata.

Asamblea Nacional (Poder Legislativo de Venezuela)

“La Asamblea Nacional inclina su palabra ante Serenata Guayanesa, la extraordinaria agrupación musical que arriba a 50 años haciéndonos más feliz la existencia. Patrimonio Cultural de Venezuela, enumerar los reconocimientos nacionales e internacionales recibidos a lo largo de medio siglo, no alcanza para expresar su aporte artístico al acervo musical venezolano y a la cultura latinoamericana y caribeña". 

"Nació 'bajo el sol de oro' de Ciudad Bolívar y, Orinoco arriba, desplegó sus 'velas de nácar' por todo el mundo. Hoy el parlamento nacional le rinde tributo, henchido de orgullo patrio. Orgullo que embarga a cada venezolano y venezolana cuando oye pronunciar las dos palabras que la nombran: Serenata Guayanesa”.

Earle Herrera (periodista, escritor, diputado)

“Nadie da una serenata llorando. Eso no existe. El serenatero canta y no llora, como manda la canción desde 'cielito lindo' para acá. Lo digo porque con el homenaje que la AN rindió a Serenata Guayanesa por sus 50 años, mucha gente me dijo: “me hiciste llorar”. Otros contaron haber visto conmovidos el acto por televisión. “Me recordó mi infancia”, “me llené de nostalgia cuando cantaron el Papagayo”. 

"Alguien más desgarrado confesó: “me partió el alma”. En la tribuna, a capella, cantaron Iván Pérez Rossi y Miguel Ángel Boch. Y un acto sencillo despertó ese borbotón de sentimientos. Ahora el impactado era yo. Y no sé si los integrantes de Serenata Guayanesa tienen la dimensión del amor profundo que les tributa el pueblo venezolano y hasta dónde están arraigados en su corazón. Es algo más que admiración. Me quedé loco.

David Costa (percusionista)

“Desde niño crecí oyendo sus canciones y ya tengo 54 años de edad. Cuando estuve trabajando en Ciudad Bolívar tuve mucho contacto con César ya que era cliente de la panadería donde yo trabajé". 

Yo soy de pocas palabras pero como dicen, han ganado el respeto y admiración de los venezolanos. Pa' que Grammy y todos esos premios que lo que son es un pedazo de hierro o vidrio y después la gente se olvida que se lo ganó, y para hierro hay bastante en Bolívar. Basta con el cariño de las personas que siempre los escuchan. Saludos, felicidades y mucho respeto”.

- Percusionista del 'Grupo de Golpes y Tamunangue Canto a Venezuela' y 'Cocuyson'.

Gustavo Pereira (poeta, investigador, escritor)

“Querido Iván, parece increíble que Serenata esté cumpliendo medio centenario, pero el tiempo, como sabemos, no es un invento de los relojeros. Ustedes han erigido el prodigio de un repertorio sin fisuras, en el cual nuestra música recobra el esplendor que en vano han intentado sepultar entre la avalancha de ruidos, aullidos y remedos de la mala música. Que la enhorabuena, pues, vaya acompañada de este fraterno abrazo”.

El abrazo de Venezuela en una hora de regocijo.


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