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    Históricamente Gran Bretaña impuso a China acuerdos desiguales sobre la territorialidad de Hong Kong.

La guerra comercial de Estados Unidos contra china y el cerco militar que buscan imponerle, contextualizan las protestas en Hong Kong.

Las protestas masivas en la Región Administrativa Especial de Hong Kong comenzaron desde inicios de junio debido a un polémico proyecto de ley que permitiría la extradición de sospechosos desde ese territorio autónomo a la China continental para ser juzgados.

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No obstante, a pesar de que este proyecto de ley fue posteriormente retrasado por tiempo indefinido, los hongkoneses aún están en las calles para exigir reformas gubernamentales, lo que es bien visto por las potencias occidentales como factor que podría desestabilizar a China, la segunda potencia económica mundial.  

Trasfondo de las manifestaciones

Hong Kong fue colonia británica por 155 años, luego de que fuese robada a China en las Guerras del Opio de 1842, y durante ese tiempo se le negaron todo tipo de derechos a las millones de personas trabajadoras de la isla. Sin embargo, fue recuperado, bajo el acuerdo "Un país, dos sistemas" de 1997, que oficialmente le devolvía a Hong Kong.

Es así que, mientras los medios de comunicación alegan que la participación de China para socavar las protestas es una intervención, en realidad, según la Ley Fundamental de Hong Kong, el gobierno está legalmente autorizado a pedir ayuda al Ejército Popular de Liberación de China.

 

Ese acuerdo, que mantenía el control económico en manos de Reino Unido, pretendía ser una artimaña para detener el desarrollo de China, que culminó en plan fallido y ha provocado que se canalicen, tanto de forma abierta como en secreto, millones de dólares a toda una red de organizaciones de servicios sociales, partidos políticos, medios de comunicación y redes sociales, cuyo objetivo es minar el apoyo a China y al Partido Comunista.

Ejemplo de esto es que la Confederación de Sindicatos de Hong Kong (HKCTU, por sus siglas en inglés) que recibe fondos de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) estadounidense y apoyo británico.

La NED promueve en toda China "sindicatos a favor de la democracia e independientes" y financia el Movimiento de Derechos Humanos de Hong Kong, la Asociación de Periodistas de Hong Kong, el Partido Cívico, el Partido Laborista y el Partido Demócrata, y son miembros del Frente Civil de Derechos Humanos que coordina las manifestaciones.

Detrás de las protestas de Hong Kong, están además los fondos de la Fundación Ford, la Rockefeller, la Soros y muchas otras fundaciones corporativas, iglesias cristianas de todas las denominaciones y generosos fondos británicos.

Objetivo de las manifestaciones

Las manifestaciones, que cada vez se vuelven más violentas y en donde hay heridos y enfrentamientos policiales, son sucesos que los medios estadounidenses y británicos aceptan a plenitud y apoyan con entusiasmo, pues el llamamiento a la independencia de Hong Kong es un claro ataque a la soberanía nacional de la nación asiática.

La escalada de protestas violentas han secundado en las advertencias de China sobre la posibilidad de instaurar una ley marcial, estrictos toques de queda y de intervención militar para restaurar el orden, no obstante los manifestantes no muestran intención de retirarse y EE.UU. y Gran Bretaña están decididos a impulsar esas fuerzas políticas hostiles.

Muchas de las personas que lideran las manifestaciones en las calles se han estado fomentando a lo largo de las dos últimas décadas por las potencias occidentales que aún no aceptan a Hong Kong como territorio legítimo de China, a pesar de que fue robado al gigante asiático.

El fomento de las protestas va unido a la guerra comercial, los aranceles y el cerco militar a China impuestos por EE.UU., al contabilizar que 400 de las 800 bases militares estadounidenses en el extranjero rodean al país.

Por tanto, los medios de comunicación occidentales y principalmente estadounidenses tienen que criminalizar a China para poder justificar e intensificar la presencia de armamento militar, altamente destructivo que incluyen armas nucleares, cerca de Hong Kong.

Asimismo, los esfuerzos internacionales por prohibir la tecnología 5G de la empresa estatal Huawei y la detención de funcionarios de empresas chinas tienen como finalidad ejercer la máxima presión sobre China, dividir a sus dirigentes, desestabilizar el desarrollo económico y debilitar la determinación del país de mantener cualquier planificación socialista.

 

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De esta manera, más allá de protestas antigubernamentales, las manifestaciones financiadas tienen como objetivo fomentar una actitud hostil y de desconfianza hacia China y hacia el comunismo, y fomentar la idea falsa de un Hong Kong con un pasado democrático y una identidad distinta.

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