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    Más de 390 millones de armas aparecen registradas a nombre de civiles.

La violencia armada en EE.UU. ha dejado más de 10.000 muertos en lo que va de 2023.

Mark Bryant, quien se gana la vida registrando numéricamente la violencia en Estados Unidos (EE.UU.), ya no puede recordar los nombres de cada muerto, son demasiados.

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El Archivo de la Violencia Armada o Gun Violence Archive (GVA, por su sigla en inglés) que dirige, refirió hace apenas una semana que se han reportado más de 200 tiroteos masivos en lo que va de 2023.

Cuando todo comenzó, Bryant se recordaba de memoria el nombre, la edad, la ciudad y las circunstancias del tiroteo, al ver morir a un niño. Ya no.

Esta es una organización sin fines de lucro para rastrear en tiempo real, incidentes de violencia armada en EE.UU. Bryant lo califica como un trabajo sin respiro, porque el año pasado en su país hubo más de dos muertos por hora, como consecuencia de los disparos.

Su responsabilidad le ha generado mucha intranquilidad. Desde su casa en Kentucky, vigila el número de víctimas de la violencia armada en EE.UU. Se le suman 24 empleados, que trabajan 24 horas de forma remota por todo el país. Diariamente analizan unas 4.000 fuentes de todo acontecimiento inscrito en los sitios web de la policía, redes sociales, blogs y noticias de las localidades.

Califica su trabajo como mentalmente difícil. Bryant dice que su trabajo es confiable, y que no entiende qué hace que la gente sea así, sólo lo explica que hay mucho odio.

Triste récord

Una "tragedia indescriptible", dijo el gobernador de Texas, Greg Abbott, cuando más de cinco personas murieron tras un tiroteo en un centro comercial en Texas, a principios de mayo.

También la vocera del presidente Joe Biden se refirió al dramático hecho. Karine Jean-Pierre dijo en su habitual conferencia de prensa ante periodistas que "hoy es lunes 8 de mayo. Eso significa que es el día 128 de 2023. Y ayer, según los principales relatos, fuimos testigos del tiroteo masivo número 201 en este país este año".

La violencia armada en EE.UU. ha dejado más de 10.000 muertos en lo que va de 2023, de los cuales más de 500 eran adolescentes y más de 90 niños, según los datos del Gun Violence Archive. 

Además, refieren que los tiroteos en los que participaron policías dejaron más de 480 muertos y los disparos no intencionales han causado la muerte de más de 500 personas. Enfatizan que los suicidios representan la gran mayoría de las defunciones por armas de fuego, cifras que dejan atrás los totales en cualquier otro país del mundo.

En promedio, la tasa de suicidio de EE.UU. es siete veces mayor que en otras naciones desarrolladas, con la cifra de seis suicidios -por arma de fuego- por cada 100.000 personas. Más de 390 millones de armas aparecen registradas a nombre de civiles.

El triste panorama también les otorga a los estadounidenses la exclusividad en la modalidad de tiroteos masivos. Jasón R. Silva, profesor adjunto de sociología y justicia penal en la Universidad William Paterson, dijo que EE.UU. es el único país desarrollado en el que se han producido tiroteos masivos cada año, durante los últimos 20 años.

Acerca de esta última tragedia en Texas, la policía ha solicitado al público que hayan hecho grabaciones que se comuniquen, porque el Buró Federal de Investigaciones (FBI) está recopilando pruebas.

Los declarantes señalaron como atacante a un sujeto vestido de negro, portando un equipo de combate. Las imágenes parecían mostrar un rifle estilo AR-15. Era un individuo todo cubierto de negro, disparando desenfrenadamente a la gente, dijo un testigo.  

El horror que se ha repetido aproximadamente cada semana en lo que va de 2023 y la tragedia, sólo se compara con 2009. Cada vez más, las armas de fuego son el instrumento escogido para segar las vidas ajenas. 

Otras bases de datos le dan seguimiento al tema. Medios locales están asociados a la Universidad del Noreste con ese objetivo, registrar las víctimas por armas de fuego. El conteo enumera los asesinatos múltiples con más de cuatro muertes. El FBI también monitorea con otra serie de variables.

Según analistas, un promedio de una vez cada 6,53 días es la frecuencia angustiosa de los asesinatos masivos en 2023. Los supuestos motivos para la violencia no justificarían los asesinatos y suicidios. Tampoco los tiroteos en zonas escolares, o sociales, la violencia doméstica, las represalias de pandillas o venganzas en lugares de trabajo.

Barreras que impiden cambios

Las cifras no mienten. En un país de casi 335 millones de habitantes, no hay modo de pronosticar que bajará el ritmo de dichas masacres. Pero, qué podrían hacer para corregirlo.

Activistas y expertos repudian enfáticamente la proliferación de armas en EE.UU. Recordemos que hubo ventas récord durante el punto más álgido de la pandemia de la Covid-19. Sólo en 2020 -incluyendo homicidios y suicidios- más de 45.000 estadounidenses murieron por lesiones relacionadas con armas de fuego.

Como referencia, en 2016 el Instituto de Métricas Sanitarias y Evaluación de la Universidad de Washington (IHME, en inglés), estableció una comparación con otras naciones. El análisis arrojó que el índice de muertos por armas de fuego en ese año en EE.UU. fue de 10,6 por cada 100.000 personas. Mucho mayor que las tasas de países como Francia (2,7), Canadá (2,1), Australia (1,0), Alemania (0,9) y España (0,6).

Ni siquiera a la luz de los trágicos sucesos se reduce la probabilidad de que el Congreso prohíba los fusiles semiautomáticos. Por su parte, la Corte Suprema federal impuso nuevos estándares, cuestionando las restricciones a dichas armas en todo el territorio para revisar las leyes de armas de fuego del país.

También pesan las políticas estatales y sobre todo, los bloqueos políticos que paralizan cualquier esfuerzo de cambio. Lamentablemente, la división partidista se evidencia igualmente entre la población. Parecería absurdo, pero casi un tercio de los adultos de EE.UU. consideran que la tenencia de armas de fuego bajaría la incidencia de los delitos, dijo en abril de 2021 una encuesta del Centro de Investigaciones Pew, con sede en Washington DC.

En este diálogo de sordos, le ha tocado a la administración del presidente Joe Biden, después de los tiroteos masivos en Colorado, Carolina del Sur y Texas, realizar llamamientos a la reforma de las armas.

 “Y nuestro papel como sociedad es intentar poner obstáculos y barreras para dificultarlo”, dijo Jaclyn Schildkraut, directora ejecutiva del Consorcio Regional de Investigación de la Violencia por Armas de Fuego refiriéndose a los asesinatos masivos. Aunque, “la realidad es esta: si alguien está decidido a cometer violencia en masa, lo hará”, enfatizó. 

Por ejemplo, en algunos estados ni siquiera se comprueban los antecedentes penales a la hora de comprar un arma de fuego. Hay quienes han intentado imponer un mayor control dentro de sus fronteras. Es el caso de Gretchen Whitmer, la gobernadora de Michigan, quien promulgó una nueva ley que exige revisiones de cualquier delito previo para la compra de fusiles y escopetas, porque sólo los requerían para adquirir pistolas.

El presidente Biden promulgó el pasado año un proyecto de ley sobre la violencia con armas de fuego. Con esto se “endurecen” las revisiones a nivel federal para los compradores de armas más jóvenes. También “impide” que quienes han cometido delitos de violencia doméstica puedan adquirir legalmente las armas de fuego. Igualmente, estimulan la utilización de leyes de prevención, que le permiten a la policía solicitar a los tribunales el retiro de las armas a personas que den señales de violencia. Esto es como decir, del lobo “un pelo”.

Frente a ello, el presidente de un organismo sin fines de lucro en pro del control de armas, John Feinblatt, enfatizó que “tenemos que saber que esta no es la forma de vivir”. Porque en EE.UU. el aumento en la fabricación de armas de fuego es proporcional a la compra de éstas. 

Está el ejemplo gráfico expuesto por la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de EE.UU. (ATF, por su sigla en inglés) del año 2018, cuando los fabricantes de armas produjeron 9 millones de armas de fuego, lo que resultó más del doble que una década atrás. 

La demanda continúa. El FBI informó la verificación de antecedentes de unos 4,7 millones personas en marzo del 2021, mayor que cualquier mes desde que se hace el registro hace más de 20 años. Y 2 millones de esas comprobaciones fueron para nuevas compras de armas. Esto lo convierte en un gran registro para las ventas de armas de fuego, según la Federación Nacional de Deportes de Tiro.

No es de extrañar que se produzcan más muertes por violencia armada per cápita que en cualquier otro país desarrollado. Datos del 2019 del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME por su sigla en inglés), indicaron que en EE.UU. es ocho veces mayor que la de Canadá, séptima tasa de posesión de armas más alta del mundo. Es 22 veces superior que la de la Unión Europea, 23 veces mayor que la de Australia. 

Para ser específicos, Washington, capital de la nación, tiene la tasa de homicidios con armas de fuego más alta de EE.UU.

La organización suiza 'Small Arms Survey' informa la alarmante cifra de que, en EE.UU. hay 120 armas de fuego por cada 100 estadounidenses. Amparados por la Segunda Enmienda de la Constitución y la organización “de presión” más poderosa del mundo: La Asociación Nacional del Rifle, con "orgullosos defensores de los patriotas de la historia y diligentes protectores de la Segunda Enmienda".

Surgida como un grupo recreativo en 1871, la Asociación Nacional del Rifle (NRA por su sigla en inglés), es uno de los grupos más influyentes en Washington, aunque fue diseñada para "promover y fomentar el tiro con rifle sobre una base científica". Recordemos cómo sus 5,5 millones de miembros argumentaron que la 'Ley Brady', era inconstitucional. Ésta introducía un plazo de cinco días, entre la compra y la recogida de un arma de fuego para evitar los "actos de locura". Lograron su derogación tres años después, por el Tribunal Supremo. Asi es cuando un “derecho” amenaza el más sagrado: el derecho a la vida.

Según una investigación de un medio local, la NRA realiza campañas para influir en la opinión pública sobre la imagen de los candidatos o rechaza los candidatos a gobernadores, al Congreso o la Presidencia, en dependencia de su posición hacia el control de armas. Igualmente, han frenado las investigaciones sobre el control de armas y ha movido sus influencias en la aprobación de leyes. Mientras tanto, el ciclo de la violencia continúa. 


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