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    Sin que esté de moda, el prestigioso Premio Literario Casa de las Américas continúa como un desafío estético y un estímulo para cualquier escritor, sobre todo para los más jóvenes.

Actualmente muchos jóvenes cubanos trabajan en o para la Casa de las Américas, como incesante es la participación de colaboradores de otros países.

Tiene la misma edad de la Revolución. La Casa de las Américas, fundada en abril de 1959, fue un hecho cultural y político que reveló el carácter latinoamericano y caribeño de la Revolución misma.

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Ella no sabía que al triunfo revolucionario, le sería confiada una tarea de proyección internacional en el campo de la cultura. El ambicioso proyecto que no tenía precedentes, surgió como un propósito en desarrollo: abierto, rebelde y con perspectiva descolonizadora.

La designación “ella”, el alma de la Casa, fue un gran acierto; Haydée Santamaría, estaría al frente de la institución. 

Yeyé, como cariñosamente le decían, tenía suficiente intuición, capacidad para escuchar, dialogar y nuclear energías. Con todos y cada uno, intercambiaba apasionada y espontáneamente, sin formulismos. Fue “forjada en la lucha y al margen de la enseñanza académica” y “podía afrontar el reto, teniendo en cuenta su vocación esencialmente martiana”, enunció la prestigiosa ensayista y destacada intelectual cubana, Graciela Pogolotti. 

Foto: Cubadebate - Casa de las Américas

“Cuando Haydée Santamaría habla de la Casa de las Américas, suprime el artículo la: “venir a Casa”, “invitado por Casa”, como si por un sutil mecanismo la Casa fuera para ella mucho más que la institución; como si Casa fuera decir Revolución, Cuba, América Latina, nuestra cultura común, su hogar, la propia Casa", refirió el periodista Jaime Sarusky en la publicación de la Revista Bohemia de 1977: “Casa es nuestra América, nuestra cultura, nuestra Revolución”.

La propia Haydée Santamaría lo dijo en un aniversario de “Casa” para un documental del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficas, organismo con el que fraternalmente tendió, más que un puente, un camino a casa. “Más que un trabajo, ha sido casi una fiesta. Ha resultado mi casa, mi familia. Y tanto es así, que muchas veces cito a algunos compañeros, les dijo vengan a casa, ellos van para donde yo resido y es que estoy aquí”.

En años de definición, con la excepción de México, muchos Gobiernos latinoamericanos rompieron relaciones diplomáticas con Cuba y también gracias a labor de la Casa, no desaparecieron los lazos culturales con el resto del continente.

Al respecto, la heroína revolucionaria recordaba “vi y preví que en esta América nuestra, muchos Gobiernos iban a romper con lo que se avecinaba, con la Revolución que Fidel quería hacer. Aspirábamos a que Cuba no se aislara de las formas artísticas y culturales del continente y conseguimos que el continente tampoco se aislara de Cuba. Entonces pensé que aquí podríamos hacer una gran casa de amistad. Lo que ha resultado y ha salido con los escritores, con los artistas, de todo nuestro continente”.

En 3ª y G

El edificio estilo Art Deco se alcanza bajando hacia el mar, a través de un frondoso paseo arbolado por la avenida de los Presidentes de La Habana, sembrada de pedestales con míticas figuras pétreas de próceres latinoamericanos. No hay forma de que estén solos, porque siempre les rodean las aves, los caminantes, los enamorados y los artistas. 

También pueden llegar por el Malecón -subiendo por la igualmente reconocida como “la calle G”- a este hogar de latinoamericanistas, que ha preservado durante décadas la memoria histórica y cultural de la región.

Gracias a la dedicación y compromiso de sus trabajadores, se resguardan allí tradiciones e identidades de los pueblos, expresados por sus artistas y preservados de su posible desaparición durante largos años de regímenes dictatoriales en Latinoamérica. 

Foto: Ministerio de Cultura de Cuba

Para una definición de su importancia histórica, el comandante en jefe, Fidel Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, resumió que “la fundación en 1959 de la Casa de las Américas contribuyó a impedir el aislamiento cultural en los momentos más difíciles del bloqueo, y mediante diversas actividades como publicaciones, concursos, premios, festivales, exposiciones y encuentros de literatura, teatro, plástica y música, ha vinculado a la Revolución Cubana, los sectores más progresistas de la intelectualidad latinoamericana y a latinoamericanistas de los países socialistas, manteniendo en el Continente el aliento de la Revolución Cubana. La Casa de las Américas constituye hoy el centro cultural más prestigioso de América Latina”.

La Casa de todos, fue descrita en su trascendencia por el escritor argentino Julio Cortázar. “Sus publicaciones y actividades han ocupado un lugar permanente y muy importante en todos los centros de recepción de cultura del mundo, incluso en algunos cuya línea ideológica dista de ser la de Cuba, pero que ya no pueden ignorar la calidad y la validez de la producción intelectual y artística que la Casa vincula y estimula”. 

Desde aquel 28 de abril de 1959, la institución que hizo coincidir a las vanguardias artísticas latinoamericanas, fue liderada hasta 1980 -año de su fallecimiento- por la heroína revolucionaria Haydée Santamaría Cuadrado.

En la contraportada del libro “Todo es una sola cosa: Recordar a Haydée Santamaría”, quedó inscrita para siempre una declaración. “Los más creadores entre ellos, los más imaginativos y más fieles, la entendieron: entendieron y escucharon con devoción a aquella campesina que no fue a universidades, ni institutos, y se sabía acompañada  por pinturas, traspasada por una música, porque era toda sensibilidad. Esa sensibilidad la llevó a la Revolución, y ella llevó a la Revolución a centenares, a millares de hombres y mujeres. Como en unos versos desgarradores de la Mistral (Gabriela), que en su caso adquieren nuevas razones: “tenía el corazón entero a flor de pecho”. 

La Casa de las Américas fue presidida de 1980 a 1986 por el reconocido pintor Mariano Rodríguez (1912- 1990), y a partir de 1986, por el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar (1930-2019). Actualmente, su director general es el valioso intelectual cubano y exministro de Cultura, Abel Prieto Jiménez.

De concurso a premio

Inicialmente fue el Concurso Literario Hispanoamericano. Hasta que en 1964 fue naturalmente abierto a los escritores brasileños de ficción y no ficción, y en 1965 asumió el nombre con el que se reconoce: Premio Literario Casa de las Américas.

El jurado literario prestigia el Premio Casa. Así fue el escritor cubano José Lezama Lima, miembro de este comité evaluador en tres ocasiones; el poeta y antropólogo peruano José María Arguedas y el consagrado ensayista y biógrafo argentino Ezequiel Martínez Estrada como jurado, antes de lo cual recibió en 1960, el primer Premio de ensayo: “Análisis funcional de la cultura”, por solo citar algunos. Entre los primeros premiados, estuvo un escritor inédito hasta la fecha: el cubano José Soler Puig.

En Casa también fue recibida la literatura caribeña en francés, creol e inglés, la literatura para niños y jóvenes. Fue ampliada a importantes estudios sobre culturas originarias, género, investigaciones sobre afroamericanismos y latinos en Estados Unidos.

Sobre este hecho, el periodista y escritor Fernando de Morais dijo, en 1987, que "la participación regular de brasileños como jurados y como concursantes, del más importante premio literario del continente - el Premio Casa - demostró que no era la lengua la que nos divorciaba de la América Latina."

Hasta el momento ha resguardado y dado a conocer la nueva creación de teatro, poesía, cuento, novela y ensayo. En 1970, con especial fuerza asumió el género “testimonio”, mediante el cual se conocieron fascinantes historias y personajes de nuestro entorno. Hasta ahora, es uno de los certámenes literarios de más prestigiosos del continente.

Por su parte, el Primer Festival de Teatro Latinoamericano tuvo lugar en 1961. La Habana se convirtió en la sede bienal de los Encuentros Internacionales de Teatristas, posteriormente con la participación del reconocido escritor y dramaturgo guatemalteco Manuel Francisco Galich, fue constituido el Departamento de Teatro de La Casa y se editó la Revista Conjunto. 

Tempranamente, desde 1965, se fundó la Dirección de Música para estimular y dar a conocer lo folclórico, académico, popular y experimental, de esta manifestación en la región. Con la investigación científica, en 1979 se crea el Premio de Musicología.  

Otro hito importante fue el Centro de Estudios del Caribe (CEC), con su Premio Literario. Igualmente, la Casa cuenta con una Biblioteca -José Antonio Echeverría- de las más completas en el ámbito latinoamericano y caribeño.

A partir del año 2000, la Casa de las Américas convoca premios honoríficos de ensayo Ezequiel Martínez Estrada, de poesía José Lezama Lima y de narrativa José María Arguedas.

Particularmente importante fue la publicación, desde 1960, de su revista “Casa de las Américas”, con la colaboración de autores de todo el mundo, fieles a la línea emancipadora latinoamericana.

La influencia de la Casa fue ampliada a las artes visuales, la pintura, el grabado y el ensayo fotográfico. También se incluyeron las artes populares, entre todas conforman un invaluable patrimonio de la segunda mitad del siglo XX. 

Centro de difusión, estudio y encuentro

A sólo cuatro meses del triunfo, los previsores revolucionarios acordaron -por Ley 299- crear la Casa de las Américas en el edificio de la antigua Casa Continental de la Cultura, construido en la década de 1940, para la Sociedad Colombista Panamericana.

Fue inaugurada el 4 de julio de 1959, como una institución con personalidad jurídica propia, para actividades de carácter no gubernamental, encaminadas a desarrollar y ampliar las relaciones socioculturales con los pueblos de la América Latina, el Caribe y el resto del mundo.

“Desde su creación, la Casa quiso ser un centro de difusión de estudio y de encuentro del arte y las letras latinoamericanas, o sea, una nueva forma de lucha contra la segmentación y el desmembramiento de nuestra cultura, fomentados desde siempre por el imperialismo”, dijo, en 1979, el escritor uruguayo Mario Benedetti.

Y añadió que “por lo general, los escritores y artistas latinoamericanos y del Caribe sabían más de lo que se producía en Paris, Londres o Nueva York que de lo que se creaba en México, Caracas, La Habana, Lima, Buenos Aires, Kingston o Montevideo. La Casa de las Américas propició el encuentro en Cuba de escritores, pintores, músicos, dramaturgos, cantantes; muchos de nosotros nos conocimos aquí, dialogamos aquí, intercambiamos aquí por vez primera experiencias y opiniones sobre la vida artística de nuestros respectivos países”.

En 1980, durante una evaluación de la Constitución de tan importante institución cultural, el escritor y traductor argentino Julio Florencio Cortázar acotó que “de dar el máximo, de proyectarse más allá de la órbita local como la única manera de encontrarse auténticamente consigo mismo, la labor de la Casa de las Américas asume una significación que ningún elogio podría abarcar, y que sobrepasa largamente su breve vida institucional".

"(…) En estos últimos años la irradiación cultural de la Casa se ha visto multiplicada por muchas razones, que sólo mencionaré parcialmente. En primer lugar, sus publicaciones y actividades han ocupado un lugar permanente y muy importante en todos los centros de recepción de cultura del mundo, incluso en algunos cuya línea ideológica dista de ser la de Cuba pero que ya no pueden ignorar la calidad y la validez de la producción intelectual y artística que la Casa vehicula y estimula”.

La generosidad de artistas, escritores e instituciones contribuyó a hacer posible su sobrevivencia. Algunos con sus obras, otros con su participación gratuita, apoyaron al latir de este centro cuyo patrimonio artístico, documental, editorial, sonoro y bibliográfico tienen alto nivel cultural e impacto descolonizador.

Su trascendencia y personalidades implicadas, no pasaron por alto a la intervención de la Agencia Central de Inteligencia. Al respecto, la revista uruguaya “Marcha” realizó una denuncia que generó controversia. Desde París publicaron la revista “Mundo Nuevo”, con su director Emir Rodríguez Monegal, y se le dio un impulso muy bien remunerado a concursos literarios.

Se refiere el apoyo al Premio Rómulo Gallegos, estimulando a escritores vinculados a Casa de las Américas. Antes, durante y después de los golpes de estado en varios países latinoamericanos -en la segunda mitad del siglo XX- muchos artistas padecieron persecución, exilio y muerte.

Un nuevo escenario sacudió al pueblo cubano, tras el impacto de la crisis económica generada a comienzos de los años 90, por lo que fue necesario reducir los fondos del Estado cubano establecidos para la Casa. Incluso ineludible, replantear mecanismos de autofinanciamiento con el capital cultural y humano atesorado durante décadas.

Después de una rigurosa selección, se generó la comercialización de productos de alto valor artístico, publicados o fabricados para el turismo. Desarrollando cursos trimestrales, semestrales y de verano de temas literarios para estudiantes de varios países, a tenor de que la Casa tenía la categoría académica de Unidad docente de la Universidad de La Habana desde 1985.

Se salvó su biblioteca con más de 120.000 libros y 130.000 ejemplares de revistas y periódicos latinoamericanos. Con gran esfuerzo, el Estado cubano acondicionó otro local -más distante de su sede oficial, muy próxima al mar- para preservar la hemeroteca y las oficinas de la biblioteca de las inclemencias climatológicas. 

También fueron protegidas unas de 3.000 carpetas con fondos sonoros sobre artistas y escritores, microfilmes, y diapositivas. Entretanto se informatizó el catálogo y avanzan en la digitalización de la prensa y libros atesorados en sus fondos. 

A pesar de los esfuerzos de publicación, lamentablemente el impacto ha sido negativo para la edición de libros de Literatura Latinoamericana y para temas fundamentalmente históricos. El golpe de las carencias económicas, fue mucho más crítico para las revistas, que son “la voz” de la Casa de las Américas, las cuales tampoco han podido tener una versión digital íntegra.

Va por la Casa

Sin que esté de moda, el prestigioso Premio Literario Casa de las Américas continúa como un desafío estético y un estímulo para cualquier escritor, sobre todo para los más jóvenes. 

En el 2022 concursaron unas 1.600 obras, de las que fueron premiadas: la novela “Hija de nadie” (Javier Núñez, de Argentina), el poemario “Excepcional belleza del verano” (Luis Lorente, Cuba). El ensayo histórico  “Moneda y malestar social en Cuba (1790-1902)”, de José Antonio Piqueras (España).

Igualmente, se otorgaron menciones a Benjamín Chávez (Bolivia) “Para alguna vez cuando oscurece” y  a Carolina Fernández (Perú) por “Bordando Quilkas”, ambos en la categoría de Poesía.

Recientemente, tuvo lugar en Casa la segunda jornada del coloquio internacional Patria, en honor a los 130 años de la fundación del periódico de José Martí. Cómo enfrentar la maquinaria mediática mundial, manipuladora y ensañada contra Cuba, fue el tema de académicos y activistas en redes sociales provenientes de ocho países.

Actualmente muchos jóvenes cubanos trabajan en o para la Casa de las Américas, como incesante es la participación de colaboradores de otros países, unidos a las convocatorias de premios y programas. Todos sumados a espacios para contribuciones, conciertos y cursos o interesados en aportar en proyectos inconclusos.

También en la edición de libros por vender, revistas por producir, entusiasmados en masterizar las cintas magnetofónicas, en publicar las grabaciones de músicos y escritores célebres que han honrado con su presencia y aporte a la Casa. De igual forma, motivados en incrementar las ediciones, tanto como en producir y vender libros electrónicos.

Porque allí donde surgieron, también arropados por el cariño de Haydée, los muchachos de la Nueva Trova, todavía se tejen sueños de letras, pinturas y guitarras al favor de los mismos preceptos que inspiraron el alma de la Casa. 


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