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    Los guardias indígenas son motivo de orgullo y respetados en la comunidad. Han vivido arremetidas en las movilizaciones, sin miedo a la muerte, como ejercicio de resistencia.

La minga indígena tiene por objetivo sacar las prácticas comunitarias de los territorios al exterior.

Duver Campo va a la marcha indígena, que se dirige hacia Cali en el Día Internacional de los Derechos Humanos.

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Estará entre los representantes de los 66 pueblos indígenas de Colombia, 34  de los cuales están en vías de extinción; con un nivel de pobreza del 63 por ciento, el triple que el promedio nacional.

Entonces, no hay alternativa. El representante de la Guardia Indígena del Pueblo Nasa, ubicada en la zona andina del suroccidente colombiano, dice presente como en la histórica jornada de mayo del 2021. 

Ellos no van a violentar al pueblo caleño, sino a acompañar, a ser la fuerza del pueblo, afirma. Consigo lleva un machete y un bastón indígena. Son su instrumento de trabajo y un símbolo de autoridad.

El bastón de 80 centímetros de largo, esta hecho del árbol de Chonta y aunque han intentado eclipsar su significado, es símbolo de paz. 

Para el pueblo Nasa las armas de fuego representan la desarmonía, la desigualdad y la falta de autoridad, con la que los enfrentan paramilitares, narcotraficantes y el ejército. 

Ser de la Guardia Indígena es un cargo de riesgo, que heredó de su padre y trasmitió a su hijo. “La lucha que quiero trasmitir a mis hijos, viene del dolor. La misma rabia me hace fuerte”, dice.

En Cali los esperan

Aun así, Cali se ha preparado para la marcha indígena con una minuciosa articulación de la Policía y la Tercera Brigada adscrita al Ejército.

También los consejeros mayores, del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Procuraduría, Defensoría del Pueblo y la Gobernación.

El comandante de la Policía Metropolitana de Cali, brigadier general Juan Carlos León, detalló que "el paso de la minga va a contar con un encapsulamiento por parte la Policía Nacional, para garantizar la seguridad de los ciudadanos de Cali y de los indígenas que vienen a visitarnos".

Foto: El Espectador

"Este es un trabajo de 2.600 hombres y mujeres, que vamos a estar muy pendientes de la seguridad y evitaremos cualquier hecho que vaya a trascender en algún tipo de bloqueo o desmán que no lo vamos a permitir", agregó León. 

"Contaremos con 350 mediadores de paz que vamos a estar haciendo el acompañamiento, durante la movilización vamos a estar con 200 personas acompañándolas y vamos a tener 150 más en articulación con la fuerza pública, vamos a estar en las estaciones del MÍO haciendo una cadena humana.

Comunidades indígenas colombianas, lideradas por 130 autoridades, saldrán desde Popayán hacia el Valle del Cauca, en el inicio de su recorrido hacia Cali.

Se manifestarán contra el reclutamiento de menores en sus territorios, por parte de organizaciones paramilitares, así como por el homicidio de 87 integrantes de sus comunidades en lo que va del 2021.

“Porque esa rabia, nos debe permitir que los hijos crezcan con tranquilidad”, enfatiza Duver Campo. Él es de Tierradentro del pueblo Nasa, tiene 36 años de edad, y desde los 15 defiende a su comunidad. 

Los guardias indígenas son motivo de orgullo y respetados en la comunidad. Han vivido arremetidas en las movilizaciones, sin miedo a la muerte, como ejercicio de resistencia. 

“No somos terroristas, somos el pueblo que sufre y resiste. Somos pueblos en camino, quisieron acabarnos pero hoy seguimos mambiando, danzando y minguiando al ritmo del tambor y el charango con mucha más fuerza”, comenta el indígena Nasa. 

“Dicen que estamos aquí para violentar el ambiente, pero no, estamos para acompañar al pueblo”, sostiene.

Resistencia

También, el 12 de octubre, participaron en un día histórico para los pueblos originarios del Abya Yala. Conmemoraron las dignas luchas y resistencias frente a la colonización y el capitalismo voraz que destruye la vida de todos los seres, expresaron en su comunicado. 

En octubre de 2020, unos 8.000 indígenas se desplazaron hasta la capital, Bogotá, para unirse al Paro Nacional de Colombia, un movimiento de protesta que había nacido un año antes demandando soluciones económicas, educativas y de orden público.

Ese mes, la minga llegó en masa a Bogotá, con banderas, cánticos y tambores con el objetivo de promover un movimiento que insiste en mantener vigentes sus demandas, por un país más democrático, pacífico e igualitario.

Los indígenas buscaban una reunión con el presidente Iván Duque (2018 al 2022), pero el mandatario se negó a prestarse para "una negociación con ultimátum" y criticó las marchas en tiempos de pandemia.

Foto: Raúl Palacios

La minga apuntaló el movimiento del paro nacional -octubre de 2020- frenado por temores de contagio del coronavirus y la represión policial, que había dejado un saldo de 13 manifestantes muertos.

Para los originarios es un deber participar en las marchas. Lo fue también gran Minga Social del Suroccidente Colombiano, buscando un diálogo político de Gobierno a Gobierno. Los puntos claves debatidos fueron las desarmonías en los territorios, los asesinatos selectivos y las masacres. Como prioridad, denuncian la violación de derechos de la Madre Tierra. 

Allí Duver Campos Castro, comunero del pueblo Nasa, manifestó que “es una marcha pacífica dónde le exigimos al Estado el respeto a nuestros territorios, no más explotación minera, ni presencia de grupos armados”.

Algunos jóvenes enfatizan que no pueden más y que no son vándalos, que solo están hartos del presidente Iván Duque y del expresidente Álvaro Uribe, ambos del partido de derecha Centro Democrático. Se ríen de que les llamen guerrilleros; mostrando que solo tienen piedras para responder a las balas.

En las marchas anteriores, los jóvenes que ocupan la primera línea son heterogéneos. Simplemente gritan la pobreza diaria en una ciudad como Cali, donde cerca de un millón de los 2,2 millones de habitantes vive en la penuria. Si antes de la pandemia tenían poco, ahora no tienen nada.

La minga indígena tiene por objetivo sacar las prácticas comunitarias de los territorios al exterior. Se desplazan en chivas, unos vehículos de transporte de las zonas rurales, y se hospedan en la Universidad del Valle, la institución pública de Cali. Allí duermen en tiendas de campaña y se autogestionan la alimentación.

Con un bastón y un machete se enfrentan a las balas y minas antipersonales, porque en cualquier momento tienen que abandonar todo para defender a la comunidad. En su día a día, siguen su actividad normal, de agricultura y tejido social. 

El joven Duver Campos no teme a la muerte, porque para ellos no existe el fin de la vida. Aunque es consciente de que siempre prevalecerá su legado y su palabra. 

Recuerda a su padre, también un guardia indígena. Ahora es el turno de su hijo y no quiere que viva lo mismo en las violentas regiones del Cauca de Colombia. Por esa razón estimula las actividades de educación en las comunidades. 

Quieren transmitir teorías pacifistas, incentivar el tejido comunitario como mejor solución, para enfrentarse a las distintas situaciones violentas que les rodean. Duver no se encapucha, se muestra y denuncia que “no somos terroristas, somos el pueblo, carajo”.

“Venimos porque el Gobierno no ha respondido a nuestras peticiones", dice una dirigente indígena citada en una crónica que publicó el CRIC, su página web que insta a la resistencia "hasta que se apague el sol".

Minka

Se reconoce como institución precolombina, que abarca desde la preparación de una comida hasta la construcción de un paso sobre la montaña. 

La palabra "minga" o "minka" en quechua es la reunión de diversos actores, saberes y herramientas en busca de un objetivo común. También en lo político y social se dirigen a edificar un mejor país. 

Aunque una cosa es la minga como acto de reunión y otra es la Minga Indígena. El movimiento de protesta, que se creó en el sur de Colombia a finales del siglo pasado en busca de reivindicar sus derechos. 

Cuando las pautas multiétnicas e igualitaristas de la Constitución de 1991 no se estaban cumpliendo, los indígenas de varios grupos se organizaron bloqueando una neurálgica carretera del sur del país, la Panamericana.

Fue definitoria esta manifestación porque desde entonces laten más los miembros de la Minga, con sus bastones de mando al hombro y un himno cumbiero que reza "defender nuestros derechos así nos toque morir".

Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), desde la firma de los Acuerdos de Paz en 2016, al menos 300 líderes indígenas y 600 líderes campesinos, afro y sindicales, han sido asesinados.

"Así como el año 2019, los estudiantes fueron el movimiento duro que jalonó la protesta, esta vez la minga indígena puede ser el impulso de una protesta más amplia", dijo la politóloga Sandra Borda.

La codirectora de Robatierra, Margarita Martínez, un documental sobre la Minga, coincidió en que las demandas de los indígenas, con su marcha a la capital, se alinearon con las del Paro Nacional.

Llegar “a Bogotá va más allá de reunirse con Duque: lo que buscan es ayudar a concientizar a la Colombia urbana, que ha estado tan alejada de la guerra, de lo que viven en sus territorios. Porque en el sur del país la vida está siendo mancillada, atacada y asesinada permanentemente. Y el objetivo de La Minga es decirle una cosa al país: que la vida es lo primero", refirió a BBC. 

Ahora se espera una caminata de varios días por comunidades indígenas colombianas, encabezadas por unas 130 autoridades. El recorrido está previsto desde Popayán hacia el Valle del Cauca, en el inicio de su recorrido hacia Cali.

Los sonidos indígenas, y sus palabras, reflejan conceptos. Así sucede con la palabra Cali o Kaly. Es proveniente de la Lengua Nasa, que significa tejido trenzado sin agujas. Como en una metáfora, intentan tejer sin armas, la vida de Colombia en paz.

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