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Si es aprobada, Chile pasaría a ser un Estado social de derecho y también un estado plurinacional, con reconocimiento pleno a los pueblos originarios.

Si es aprobada, Chile pasaría a ser un Estado social de derecho y también un estado plurinacional, con reconocimiento pleno a los pueblos originarios. | Foto: EFE

Publicado 1 septiembre 2022



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La propuesta de nueva Constitución cuenta con 338 artículos y 57 normas transitorias en II capítulos.

Este 4 de septiembre, los chilenos y chilenas tienen, por primera vez en su historia republicana, la oportunidad de aprobar o rechazar una Constitución Nacional democrática, elaborada por los 155 constituyentes elegidos y elegidas tras la consulta ciudadana del 2020, donde la mayoría opto por cambiar la Carta fundamental dejada por la dictadura de Pinochet en los años 80.

A diferencia de las demás Constituciones (1833, 1925 y 1980) que fueron impuestas por el bando vencedor tras el desarrollo de conflictos sociales armados, la actual propuesta constitucional, que nace como respuesta a las revueltas del 2019, fue elaborada por convencionales (155) electos paritaria y democráticamente, a quienes el pueblo mandató a redactar el proyecto constitucional, sumados a 17 representantes de los pueblos originarios.

La propuesta de nueva Constitución cuenta con 338 artículos y 57 normas transitorias en II capítulos. Sería una de las Constituciones más extensa del mundo y la primera paritaria desde su génesis. Apunta a la descentralización del Estado, cambiando al Senado por un cuerpo regional y un sistema parlamentario unicameral, se define como feminista y cuenta con más de 100 derechos fundamentales consagrados como el derecho al agua, la educación, la salud, la vivienda digna, el trabajo, entre otros. Si es aprobada, Chile pasaría a ser un Estado social de derecho y también un estado plurinacional, con reconocimiento pleno a los pueblos originarios.

Si bien no se logró integrar en la nueva propuesta constitucional, demandas sentidas como la recuperación de la riqueza minera mediante la nacionalización, el texto da cuenta de una gran diversidad cultural y política, arropando propuestas que nacieron en el largo camino de las  movilizaciones sectoriales en casi 30 años de luchas reivindicativas, que unieron cauce en la Revuelta del 2019, recogiendo la visión de las regiones y de los diversos sectores sociales del país, cuya voz había sido sistemáticamente silenciada por los grupos dominantes que siguieron administrando el poder, tras el fin de la dictadura de Pinochet.

Es necesario tener en cuenta en el análisis, que las discusiones de la Convención Constitucional se dieron en medio de un proceso electoral presidencial y parlamentario muy polarizado, que culminó con la elección de Gabriel Boric, tras la segunda vuelta presidencial de diciembre.

El candidato alterno, José Antonio Kast, representante de la ultraderecha en extremo conservadora, con un importante poder en el Senado y la Cámara de Diputados, antes y después de las elecciones va concentrar sus fuerzas contra la Convención, usando una gran cantidad de recursos y los medios de comunicación de masas, para deslegitimar los avances y acuerdos del debate constituyente, con fin de instalar la idea de un proyecto constitucional en extremo radical, poco consensuado y elaborado por personas sin ninguna preparación ni experiencia.   

La guerra mediática y psicológica contra el proyecto constitucional no cesó tras la elección presidencial, por el contrario, se volvió más intensa después de marzo 2022, fecha de la instalación oficial del Gobierno de “Apruebo Dignidad” y comienzo del año legislativo en Chile, desarrollando con fuerza una campaña del terror, explotando las inseguridades de la gente, los propios desaciertos del gobierno en los primerosseis meses y generando un ambiente de incertidumbre que se vio alimentado con el impacto y consecuencias del conflicto de Ucrania/ Rusia, que logró elevar los costos de los hidrocarburos, sumado a la depreciación de la moneda nacional, con una fuerte alza del dólar estos últimos meses.

Por su parte el sector más conservador de lo que fuera la ex Concertación, con figuras emblemáticas de la Democracia Cristiana, Partido Por la Democracia, Partido Radical y el Partido “Socialista”, se han estado pronunciando por el rechazo, instalando la idea de “Rechazar para Reformar”. En esta dirección se manifestarían los expresidentes Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Patricio Aylwin, Ricardo Lagos, a pesar de que no existe una figura legal para esa posición este 4 de septiembre, pues se votará de manera dicotómica Apruebo o Rechazo y, de ser rechazado el nuevo proyecto constitucional, se volvería eventualmente a los viejos amarres de la dictadura y la Constitución del 80, que impidió durante 30 años hacer reformas de fondo a la actual Constitución.

Por su parte el sector del “Apruebo”, se concentró en realizar un amplio despliegue territorial, de casa a casa y desarrollando un esfuerzo principal de trabajo en 100 comunas de las más de 350 en el país, en los territorios donde se concentra el grueso del mundo electoral del “Apruebo”, desmontando las campañas de mentiras y odio del “Rechazo” y llevando un mensaje de esperanza frente al proceso de cambios que se iniciaran con el estallido de octubre del 2019.

En este grupo, además, el sector más vinculado a la centro-izquierda, encabezados por el propio Boric, se pronuncian como abiertos a hacer cambios en la Constitución de ser aprobada, en aquellos temas que no tengan un amplio consenso. De esta manera, surge desde el sector más reformista de la coalición de gobierno, la idea fuerza de “Aprobar para Reformar”, idea que no es compartida por el sector más de izquierda del conglomerado.

Posibles escenarios al 5 de septiembre

- Escenario 1, Gana APRUEBO por amplio margen, sobre y más de 5 puntos de ventaja frente al Rechazo:

El Gobierno sale fortalecido, tiene buen margen de maniobra para implementar rápidamente la nueva Constitución, convocando a un amplio consenso y unidad nacional para hacer algunas reformas a la Constitución, sin poner en peligro los avances sustanciales del nuevo texto Constitucional.

Al interior de la coalición de Gobierno el sector más de izquierda sale fortalecido y la opción socialdemócrata de reeditar la política de los consensos con la derecha (Formula acuñada por la vieja Concertación a la cabeza del Gobierno de Chile entre 1990-2010) sale debilitada y los movimientos sociales, regionalistas, ecologistas feministas y de la pluriversidad también salen validados y fortalecidos.

La ultraderecha queda muy golpeada y recriminando a los sectores más moderados de derecha el costo de haber perdido, en una continuación de sus crisis y pugnas de hegemonías al interior de su propia tolda. El sector más conservador de la ex concertación que se fue al “Rechazo para reformar”, quedan con muy poco margen de maniobra y deslegitimados.

- Escenario 2, Gana el APRUEBO por escaso margen, igual o menor a 5 puntos de ventaja frente al Rechazo.

El Gobierno queda en una posición un poco más difícil y se podría ver arrastrado por el sector que proponía “Aprobar para reformar” o “Rechazar para reformar”, haciendo concesiones con algunas reformas constitucionales de mayor calado, en desmedro de las reivindicaciones de los movimientos sociales y las demandas de la Revuelta del 2019. Sería un escenario complejo para la estabilidad política y habría trabas para poder implementar la nueva Constitución que dependerían de la capacidad de negociación y las nuevas correlaciones de fuerzas al interior del conglomerado de Gobierno.

Allí la posición más proclive a reeditar acuerdos con la derecha y moderar la nueva Constitución, tendrían más fuerza y el sector más de izquierda y los movimientos sociales, deberán demostrar fuerza para salvaguardar la nueva Carta Magna.

- Escenario 3, Gana el RECHAZO por escaso margen, igual o menor a 5 puntos de ventaja frente al Rechazo:

Si gana el Rechazo, aunque sea por un voto, la derecha en todas sus expresiones, saldría fortalecida, exigiendo un “borrón y cuenta nueva”, para hacer valer la tesis jurídica de “Si la cuestión planteada al electorado en el plebiscito ratificatorio fuere rechazada, continuará vigente la presente Constitución”, plasmada en el artículo 142 de la Constitución pinochetista, o bien apostar a nuevo proceso constituyente desde cero, con nuevas reglas y condiciones.

Algunas de estas ya las han hecho públicas: Convocar a un nuevo plebiscito de entrada o en su defecto convocar a una nueva elección de Constituyentes, exigiendo limitaciones como eliminar los cupos de pueblos originarios y la posibilidad  real de candidaturas independientes fuera de pacto, desarrollar un proceso mixto entre una comisión de expertos consensuados en el Congreso y la otra mitad electos popularmente, entre otras. Sobre este escenario ya Gabriel Boric se ha pronunciado, explicitando que de perder el “Apruebo”, en consideración que la ciudadanía ya se habría pronunciado por un cambio de Constitución en el Plebiscito del 2020 y también sobre el 100 por ciento de representantes electos por la población, no cabría otra posibilidad que convocar inmediatamente a un nuevo proceso eleccionario, para un nuevo cuerpo colegiado de Convencionales Constituyentes.

Sin embargo, este escenario sería un duro golpe al liderazgo del Gobierno y del propio Boric. A interior de la coalición de Gobierno tendría que haber una evaluación critica interna y no se descartaría un cambio de Gabinete Ministerial.

- Escenario 4, Gana el RECHAZO con amplio margen, sobre y más de 5 puntos de ventaja frente al Rechazo.

Este obviamente sería el escenario más difícil y complejo para el Gobierno de “Apruebo Dignidad” y para el propio proceso constituyente. La derecha dura capitalizaría el liderazgo de todo el sector del “Rechazo”, con las posiciones más dogmáticas y conservadoras. Estarían dispuestos a aprobar solo algunas reformas que no comprometan la esencia neoliberal, ni su carácter autoritario ni conservador en los temas valóricos.

Los tres y medio años que le quedan al Gobierno de Boric, enfrentaría a una derecha envalentonada y revalidada, que le haría el camino muy difícil, no al punto de tambalearlo o derrocarlo, pero moralmente muy a la defensiva y sin iniciativa. Dentro de la coalición de Gobierno el sector más de izquierda entraría en una gran contradicción con el sector de centro izquierda, tensando mucho sus relaciones con posibilidades de quiebres internos o abandono de algunos sectores mas ligados a los movimientos sociales y de izquierdas.

En este escenario el movimiento popular tendría que presionar desde la calle para salvaguardar el proceso de cambios que gatillo el actual proceso constituyente y refundacional, para impulsar un nuevo proceso en condiciones que salvaguarden la participación democrática de todos los sectores y el respeto al 78 por ciento que voto por el cambio constitucional en 2020.


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