La devastadora avalancha registrada hace un año en la ciudad de Mocoa, sur de Colombia, dejó 333 muertos, 398 heridos, 71 desaparecidos y más de 22.310 damnificados.
La noche del 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril del año pasado fuertes lluvias provocaron que los ríos Mulato y Sangoyaco, afluentes del Mocoa, se salieran de su cauce y arrasaran con todo.
Escuelas, casas, puentes y vehículos quedaron debajo del lodo. Fue calificado como el peor desastre por embates de la naturaleza en la historia de ese municipio. Los sobrevivientes destacaron que la tragedia pudo evitarse.
El Estado colombiano no atendió a los informes levantados en sucesos similares como el ocurrido en Armero en 1985 que se cobró la vida de 25.000 personas.
A un año de la tragedia, la recuperación de las zonas destruidas aún no ha ocurrido del todo.
Dos testimonios
Jairo Fernando Calderón Majín, un joven de 16 años, logró sobrevivir a la tragedia. Relató que la inundación y el desplome de su casa se cobró la vida de sus padres, hermanos y otros familiares.
“Me gusta estar solo, llorar sin que nadie me mire. He hablado con mi mamá en sueños y le he dicho que la amo”, contó Majín, quien aún visita el sector Los Pinos donde quedaba su casa para recordar a sus seres queridos.
Yolanda Chindoy también logró sobrevivir a la catástrofe porque logró salir a tiempo de su vivienda y refugiarse en una zona alta, junto a su hijo, nuera y cinco nietos.
“Llovía muy duro pero yo no estaba muy pendiente (...) Venían casas, carros, gente gritando, pidiendo auxilio y uno sin poder hacer nada, eso es muy duro. Las olas saltaban y volvían a bajar, veíamos cómo arrancaban las casas”, relató Chindoy, quien se había mudado a Mocoa hace ocho años.
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