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El año bisiesto tal y como lo conocemos se debe al calendario gregoriano instaurado por el papa Gregorio XII.

El año bisiesto tal y como lo conocemos se debe al calendario gregoriano instaurado por el papa Gregorio XII. | Foto: @radio_eldebate

Publicado 29 febrero 2020



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La idea de añadir días extras al año es, por lo menos, tan antigua como los sistemas calendarios de 360 días.

Este 2020 es un nuevo año bisiesto, por esta razón el mes de febrero tiene un día más de lo habitual. 

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Desde la antigüedad, el ser humano ha tenido la necesidad de crear un calendario que se ajuste al año solar para, de algún modo, hacer coincidir las festividades religiosas y los tiempos de cultivo, así como para ordenar la sociedad. 

Sin embargo, el esfuerzo de sincronizar los calendarios con la longitud de un año natural fue causa de tremenda confusión durante siglos, hasta que el concepto del año bisiesto permitió compensar el tiempo perdido.

El año solar, o tropical, dura cerca de 365.2422 días, por lo que ningún calendario compuesto de días completos puede corresponder a esa cantidad; y limitarnos a ignorar esa mínima fracción de tiempo, crea un gran inconveniente.

Para intentar corregir esa diferencia se creó el calendario gregoriano y su sistema de año bisiesto, a fin de que los días y los meses sigan el paso de las estaciones.

De acuerdo con John Lowe, líder de la División de Tiempo y Frecuencia, en el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST) de Estados Unidos, para que funcione el sistema de años tenemos que hacer este truco de los días bisiestos, los cuales obedecen reglas muy peculiares.

Historia de los años bisiestos

La idea de añadir días extras al año es, por lo menos, tan antigua como los sistemas calendarios  de 360 días.

Hace alrededor de 5.000 años los sumerios contaban con un sistema que dividía el año en 12 meses de 30 días cada uno. Ese año de 360 días era casi una semana más corto que nuestro viaje anual alrededor del Sol.

Cuando los egipcios adoptaron el sistema sumerio se percataron del error, pero no añadieron más días al calendario. Solo agregaron cinco días extras de fiestas, de celebración, al final del año.

Por otro lado, China y el imperio romano utilizaron el calendario lunar para medir el paso del tiempo. Sin embargo, los meses lunares promedian 29.5 días, así que los años solo tienen unos 354 días. 

Por ello, las sociedades que se regían por la Luna perdían la sincronización con las estaciones a causa de ese desfase de 11 días.

Por ello, los romanos trataban de ajustar su calendario regularmente añadiendo días o meses de vez en cuando, pero esos intentos irregulares solo pusieron de relieve la necesidad de una reforma.

Fue Julio César quien aplicó una primera reforma al calendario al adoptar la funcionalidad de un sistema de año bisiesto para corregir el calendario cada cuatro años.

Julio César empezó por decretar un Año de la Confusión de 445 días (en 46 a.C.), con el cual corrigió los muchos años de discrepancia de un solo golpe. Luego, ordenó un año de 365.25 días que, simplemente, añadía un día bisiesto cada cuarto año.

Entre 46 a.C. -época en que Julio César introdujo el sistema- y el siglo 16 a.C., esta pequeña discrepancia había ocasionado que importantes festividades religiosas variarán hasta en diez días. 

El papa Gregorio XII encontró dificultades al momento de festejar las fechas cristianas, así que presentó su calendario gregoriano en 1582, después de otra medida drástica que trastornó el tiempo.

Gregorio reformó el calendario y abolió diez días de octubre de ese año.

En la actualidad, se omiten todos los años bisiestos divisibles entre 100 (como el año 1900), a menos que también sean divisibles entre 400 (como el año 2000), en cuyo caso son observados.

Ninguna persona viva recuerda haber perdido un día bisiesto, más la omisión de esos tres días bisiestos cada 400 años permite mantener a tiempo el calendario.

A pesar de la adopción del calendario gregoriano por la mayoría de las personas, hay algunos sistemas que descartan el año bisiesto que nos permite mantener la sincronía de nuestra órbita, o ignorar al Sol por completo.

El calendario islámico es un sistema lunar que cuenta solo 354 días, y cada año cambia unos 11 días respecto del calendario gregoriano; pero a veces añade un día bisiesto.

Y aunque China usa el calendario gregoriano con propósitos oficiales, la vida cotidiana aún se rige por el calendario lunar tradicional, el cual sigue las fases de la Luna e implementa todo un mes bisiesto, más o menos una vez cada tres años.


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