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El legado del líder político sigue vivo, y sus ideas continúan vigentes.

El legado del líder político sigue vivo, y sus ideas continúan vigentes. | Foto: Cubadebate

Publicado 25 noviembre 2023



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El Comandante en Jefe se convirtió en una de las figuras políticas más importantes de la región de todos los tiempos.

Este 25 de noviembre se conmemoran siete años de la desaparición física del Líder Histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, un hombre de cualidades excepcionales y de quienes no pocos, comparten historias que demuestran el carácter más humano de su ser.

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Un hombre que, sencillamente, no admite elogios triviales ni recuento sin honra, porque hace mucho que dejó de ser solo un hombre para volverse historia.

Muchas fueron las historias y anécdotas que han sido publicadas en la prensa cubana en homenaje al Comandante en Jefe, personas que sintieron la necesidad de compartir su historia vivida con Fidel.

Esto no termina hoy, una historia del Comandante Hugo Chávez

Yo no sé cómo hizo Fidel el 11 de abril para lograr romper el cerco comunicacional cuando el golpe, pero Fidel, guerrillero al fin, logró conectarse y pudimos hablar. Él no nombró a Allende en sus palabras, pero yo sabía que me estaba hablando de Allende porque Fidel vivió el drama de Chile y el golpe.

Entonces me dijo: “Chávez, no te vayas a inmolar”. Recuerdo clarito que me dijo: “Una última cosa, Chávez, porque no hay mucho tiempo de seguir hablando”. Me preguntó varias cosas, “¿Cuántas tropas tienes?”, “¿cuántas armas tienes?, dónde esto, dónde está aquello”, bueno y él pensando allá con su experiencia. Y me dijo: “Una última cosa te voy a decir, no te inmoles, que esto no termina hoy”. No le faltó razón.

Castro siempre tuvo un gesto con la niñez

Una de las característica de líder cubano fue su simpatía hacia la niñez cubana, y no faltaba la ocasión para tener un momento para saludar a los infantes que se acercaban a él, como lo demuestra la siguiente anécdota publicada en la prensa cubana.

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--  "Yo era una pequeña, más o menos tendria cuatro años y había asistido a un aniversario de la creacion del Contingente Blas Roca Calderio con mis tíos, según me cuentan, porque yo no recuerdo mucho, el Comandante asistió al evento y como era normal en el intercambio algunas palabras con los niños que estabamos ahi. Yo era una de las mas pequeñas y él me alzó y me cargó en sus brazos" indica uno de los testimonios

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Otro relato reseño este momento: 

"En 1981, cuando la crisis del dengue hemorrágico donde perecieron 11 niños, pude ver la silueta verde del Comandante que subió a verme, porque yo estaba llorando al no poder bajar como los demás niños a ver­lo, puesto que aún estaba en la cámara de oxígeno. Recuerdo que estuvo hablando con mi mamá y de pronto me secó las lágrimas".

Otras narraciones versan sobre el impacto que producía la presencia de Castro

Inspiración para todos

--- Una tarde noche del 2003, era el final de día 7 de octubre, llegamos juntos 300 médicos al Palacio de la Revolución. Un grupo de médicos que par­tíamos a Venezuela en camino a saldar nuestra propia deuda con la humanidad; nada más y nada menos que recibiríamos la misión de las propias manos del Comandante, un poco de ansiedad e ilusiones, a más de cuatro horas de espera entró en la sala una luz, una especie de enigma, vestido de verdeolivo y con su sonrisa de padre, nuestro Co­mandante.

A pie de obra

En la construcción del cardiocentro pediátrico William Soler nos visitaba Fidel cada semana y conversaba con todos, nos explicaba la importancia de la obra, cuántos niños podrían salvarse de enfermedades cardiacas después que estuviera terminada. Se interesaba por la formación de cada uno de nosotros, la importancia para los jóvenes del estudio y la superación profesional.

La mayor fortuna

Cuando Fidel entró a Camagüey al triunfo de la Revolución, yo tenía 10 años, (...) le di un beso y le dije bajito: en mi corpiño llevo una tijera de uñas y quiero unos pelitos de su barba. Me dijo: rápido y poquito, y así fue. Desde ese día guardé los mechones de la barba de Fidel y mis cuatros hijos, mis siete nietos y mi bisnieto han visto ese trofeo, que guardo como la fortuna más grande de mis 68 años.


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