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La mayoría de los países que integran Prosur tienen en común una crisis de legitimidad en sus respectivos países.

La mayoría de los países que integran Prosur tienen en común una crisis de legitimidad en sus respectivos países. | Foto: Alainet

Publicado 17 abril 2019



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Los fundadores del Prosur persiguen el ideal de impulsar una política de bloques en la región, por lo que sigue la línea intervencionista promovida desde EE.UU.

Este miércoles 17 de abril fue declarado por la Asamblea Nacional de Ecuador como el “Día de la Unión de Naciones Suramericanas” (Unasur), por lo que en esta fecha se conmemorará cada año el esfuerzo por la integración de la región.

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Esta fecha fue escogida en alusión a la Declaración de la Isla Margarita, por parte de los cancilleres reunidos en Guayaquil (Ecuador), en diciembre de 2014.

Sin embargo, este 2019 se ha originado la creación del Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur), anunciada por el presidente colombiano Iván Duque el 14 de enero, 11 días antes de que comenzara la ofensiva contra Venezuela, cuyo objetivo es ser una supuesta alternativa a la Unasur.

La Declaración Presidencial sobre la Renovación y el Fortalecimiento de la Integración de América del Sur, también conocida como Declaración de Santiago, fue firmada por los presidentes  Mauricio Macri (Argentina), Jair Bolsonaro (Brasil), Sebastián Piñera (Chile), Lenín Moreno (Ecuador), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Martín Vizcarra (Perú) y el mismo Duque, a quienes se sumó el embajador de Guyana en Chile, George Talbot.

Los fundadores del recién nacido foro provienen del autodenominado Grupo de Lima, por lo que persiguen el ideal de continuar impulsando una política de bloques en la región, que buscan institucionalizar a través de esta nueva instancia, y que, en definitiva, sigue la línea intervencionista que se viene promoviendo desde EE.UU. y que ha sido alentada en los meses pasados por los Gobiernos de la derecha regional.

Así, el foro deja fuera a Venezuela bajo el supuesto de que el actual Gobierno que preside Nicolás Maduro no ostenta los requisitos esenciales para participar del mismo, lo que demuestra que, contrario a lo que se indica en su acta de constitución, la propuesta refleja una identidad ideológica excluyente que busca ahondar en las diferencias entre los países suramericanos.

Tras abandonar en bloque la Unasur, los países del Grupo de Lima acusaron de ineficaz a la institución en su función de coordinación intergubernamental, por lo que la creación de Prosur se erige por la supuesta “infectividad” de la Unasur para continuar siendo espacio de diálogo en la región. 

Sin embargo, en su argumentario, los creadores de Prosur obvian los logros de la Unasur como garante, de la integración, diálogo y solidaridad regional desde 2011, ajeno a la geopolítica estadounidense.

La mayoría de los países que integran Prosur tienen en común una crisis de legitimidad en sus respectivos países, por lo que esta alianza puede vislumbrarse como un reordenamiento geopolítico de la región, con gobiernos de derecha desactivando un proyecto de integración como Unasur. 

En este sentido, aunque a priori la intención de esta organización es ser un organismo flexible, no descarta a futuro la creación de una estructura burocrática que intente revitalizar al ALCA como esquema de integración sudamericana que responda a los intereses empresariales estadounidenses.

De esta manera, Prosur es un tipo distinto de integración que implica un reordenamiento geopolítico de la región y de largo alcance en temas de infraestructura, exportación de recursos estratégicos, apertura energética, acuerdos de libre comercio e inversión y seguridad. Sin embargo, al no ser un foro de alto nivel y que no cuenta ni con el trabajo conjunto de los gobiernos y de las diplomacias de los distintos países de la región, carece de bases tan sólidas como las de Unasur.

Además, replica la falta de consenso que llevó al Grupo de Lima a debilitarse paulatinamente, toda vez que no logró conseguir el apoyo de naciones como México, Uruguay y Bolivia.


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