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El Ejército de Myanmar tomó las principales instituciones gubernamentales y vías de comunicación, y detuvo a las figuras políticas más relevantes en cuestión de horas.

El Ejército de Myanmar tomó las principales instituciones gubernamentales y vías de comunicación, y detuvo a las figuras políticas más relevantes en cuestión de horas. | Foto: EFE

Publicado 2 febrero 2021



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Los militares esgrimieron un presunto fraude en las pasadas elecciones como justificación para hacerse con el control del país.

Myanmar amaneció este lunes con la noticia de que las fuerzas militares habían asumido el control total del poder nacional, así como que detuvo a los principales cargos gubernamentales, incluyendo a Aung San Suu Kyi, oficialmente consejera de Estado, pero, en la práctica, principal figura política del país.

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El Ejército de Myanmar es, como institución, uno de los actores políticos principales de ese país. De hecho, constitucionalmente le corresponde el 25 por ciento de los curules del Parlamento, e incluso, un precepto de la Carta Magna (artículo 417), le da la potestad de tomar el control del país en caso de "emergencia".

Y es que la Constitución misma fue redactada por los militares, que gobernaron el país desde 1988 hasta 2011 (ya lo habían hecho antes, en varios períodos, desde 1962). Garantizaron así que, si bien pasaban el poder a un Gobierno civil, retenían facultades para no perder su influencia en la política nacional. 

En noviembre de 2019, realizadas las elecciones correspondientes a ese período, que fueron apenas las segundas desde el fin de la última dictadura militar, el partido de Aung San Suu Kyi, Liga Nacional para la Democracia (LND), se alzó con una victoria abrumadora, que les dio el 83 por ciento de los asientos parlamentarios.

El Ejército comenzó a alegar que había existido fraude, llegando a afirmar que habían detectado irregularidades en el voto de 10 millones de electores, aunque no ha presentado pruebas de ello.

Esas acusaciones, unidas a que el Gobierno insistió en realizar las elecciones aún en el escenario de la pandemia, determinaron que los militares declararan que existía un "estado de emergencia" y tomaran el control del país.

Algunos analistas ven en este movimiento un indicio de que la institución castrense pretende renovar su poder en el país frente a la creciente popularidad del LND de Suu Kyi, una mujer que estuvo bajo arresto domiciliario por 15 años durante la última dictadura militar y que, por oponerse a esta aún en dicho régimen de detención, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

Suu Kyi y la organización política que lidera son, ampliamente, la fuerza política predominante en Myanmar, pese a que la lideresa ha sido señalada por su presunta responsabilidad en la gestión de la crisis de los rohinyás en 2017 que, segú cálculos, se saldó con el asesinato de unas 25.000 personas y el desplazamiento forzado de alrededor de 725.000.


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