El Instituto Max Planck de Microbiología Marina de Berlín confirmó que la minería en las profundidades marinas, aunque es una industria hasta ahora sin práctica, puede desarrollarse en poco tiempo y afectar a largo plazo el funcionamiento de los ecosistemas naturales.
Una investigación realizada en el Instituto Max Planck de Microbiología Marina de Berlín, reveló el gran peligro que representa la minería en el fondo del mar para los ecosistemas submarinos, según información divulgada en los medios este jueves.
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De acuerdo con el estudio, la minería en las profundidades marinas, aunque es una industria hasta ahora sin práctica, puede desarrollarse en poco tiempo y afectar a largo plazo el funcionamiento de los ecosistemas naturales, así como dañar las comunidades microbianas que lo habitan.
Uno de los autores de la investigación, Tobias Vonnahme, calcula con base en investigaciones previas, que los organismos no recuperarán sus funciones normales “hasta dentro de al menos 50 años”, si llegan a ser perturbados por operaciones mineras.
The potential effects of deep-sea mining on microbiota in the seafloor and wider implications for its ecosystem functions - now as a slide show, thanks to @AWI_en
— Max-Planck-Institut für Marine Mikrobiologie (@MarineMicrobio) April 30, 2020
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El estudio consideró una operación hecha en el Océano Pacífico a 3.000 kilómetros de la costa de Perú, en el año 1989, en la cual un grupo de científicos alemanes crearon perturbaciones similares a las que se derivarían de la minería marina a 4 kilómetros bajo la superficie. “Las marcas todavía son visibles en el fondo del mar, y las bacterias que lo habitan se ven claramente afectadas”, aseguró Vonnahme.
La minería en aguas profundas podría proporcionar una forma de abordar la creciente necesidad de metales raros, pero el líder del grupo del Instituto de Microbiología Marina, Antje Boetius, alerta que tales prácticas pueden afectar "las condiciones bioquímicas".
Por ejemplo, una fotografía en la profundidad del mar revela que unas pistas de arado en las que se aran los nódulos de manganeso y se perturban los sedimentos, aún son claramente visibles después de 26 años.
El movimiento que causan las operaciones mineras retiraría la primera capa de sedimento en el fondo marino (que se encuentra estable por su distancia de las corrientes marinas), dañando así los ecosistemas que allí sobreviven. Por ello, es importante promover “tecnologías ecológicamente sostenibles que eviten eliminar la densamente poblada y activa capa superior del fondo del mar”, señala Boetius.