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21 febrero 2022
Bolivia: siempre hay excusas para desestabilizar

Una de las características de la alianza entre Estados Unidos, la Unión Europea y aquellos gobiernos, que suelen ser comparsa de sus políticas de presión, es la hipocresía y el doble rasero contra aquellos a los cuales Washington les suele negar el pan y el agua, a punta de políticas de desestabilización e incluso la implementación de golpes suaves (1).

Bolivia: siempre hay excusas para desestabilizar

Una política, que ha recibido críticas y resistencia, de aquellos que poseen una historia de lucha contra el imperialismo, pero también de personajes vinculados al sector de los halcones. Recuerdo en ello las declaraciones del senador republicano por el Estado de Virginia, el coronel retirado del ejército y exfuncionario de la OTAN, Richard Black, quien declaró ya el año 2019 bajo el Gobierno de Donald Trump que “deben terminar las operaciones de cambio de régimen, que ha emprendió contra Venezuela y también en otros países del continente americano y las sanciones que están provocando sufrimientos inimaginables a mucha gente. Políticas que deben ser derogadas”.

Hasta uno de los verdugos de la casta política militar del imperialismo opina que la política de Washington genera daño, muerte y destrucción, allí donde se aplica (2).

Un Estados Unidos, que suele atacar a aquellos políticos y gobiernos – considerados sus adversarios y enemigos – situados en la vereda de la izquierda generalmente – y que ha significado, emplear políticas de desestabilización, intentos de derrocamiento e incluso golpes de Estado, pero cuando se trata de gobiernos serviles, dedican políticas de protección.

Incluso si estos llegan al poder por medios ilegítimos como fue el caso de Juan Orlando Hernández (JOH) en Honduras el año 2017 (3) dedicados a establecer políticas que convierten su administración en un narcogobierno, hasta que resulta tan evidente y una incomodidad para el Gobierno benefactor, que ese protector termina quitándole el apoyo como ha sucedido este mes de febrero del 2022, donde una corte estadounidense solicitó la detención y extradición a Estados Unidos de JOH.

En un comunicado, la Policía Nacional de Honduras informó que la captura de JOH fue el resultado de un trabajo mancomunado "en coordinación con agencias estadounidenses, en especial la Administración de Control de Drogas (DEA), en las últimas horas se ha realizado una operación policial, que conlleva la captura del expresidente de la República, abogado Juan Orlando Hernández Alvarado” (4).

También tenemos casos como el Gobierno del expresidente ecuatoriano Lenin Moreno, que devenido en converso, traicionó a todos aquellos ciudadanos que lo votaron para ser electo presidente, tras el Gobierno del exmandatario Rafael Correa (del cual Moreno fue vicepresidente).

Un Lenin Moreno, que se convirtió no sólo en aliado de Washington, sino que instrumento de ataque contra los gobiernos de Venezuela, Cuba, Nicaragua y que estrechó relaciones con el sionismo, además de quitar el asilo diplomático al periodista Julián Assange, quien estaba protegido en la embajada de Ecuador en Londres.

Una decisión que tiene hoy, al valiente periodista fundador de WikiLeaks, en peligro no sólo por su delicado estado de salud, sino porque el socio incondicional de Washington, Gran Bretaña, puede extraditarlo a Estados Unidos y con ello cercenar la vida de Assange. Un Lenin Moreno no sólo con una discapacidad física sino lo que fue más notorio, una invalidez moral.

Sumemos a los gobiernos colombianos, que en el caso del actual, presidido por Iván Duque, ha significado contar la protección de Washington en su condición de narcoestado. Una impunidad otorgada en virtud del papel de testaferro que cumplen los gobiernos de la nación sudamericana en múltiples aspectos: Primero, servir de portaaviones terrestre en los ataques desestabilizadores contra Venezuela.

Recordemos que Colombia cuenta con ocho bases militares estadounidenses en su suelo, que le permite a Washington, tener una vigilancia en todos los aspectos, no sólo contra Venezuela, sino para el conjunto de Sudamérica junto a América Central y El Caribe.

Una Colombia que ha servido de trampolín para que la entidad infanticida israelí amplie sus relaciones con Latinoamérica, utilizando a este país sudamericano, para el entrenamiento de paramilitares, agentes del Estado y en general, una plataforma para el régimen israelí penetre en nuestro continente como elemento desestabilizador.

El sionismo en Latinoamérica se comporta como la Covid 19 hoy bajo el nombre de Virus Sión 48 generando inestabilidad, muerte y fragilidad en nuestros países.

El caso boliviano

Bolivia es un ejemplo paradigmático de las políticas de doble rasero implementadas por los gobiernos estadounidenses, sean estos demócratas o republicanos. Durante los 14 años de gobiernos del expresidente Evo Morales las presiones de Washington se sucedieron sin descanso. Se utilizó a la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos (OEA) en políticas de intervencionismo vergonzosas.

Políticas de intromisión en los asuntos internos de Bolivia. Los gobiernos de Evo, que consiguieron avances sociales, económicos y de autoestima de la nación sudamericana, estuvieron sujetos a permanente presiones desde el norte, como también desde el interior con las labores de zapa de la quinta columna conformada por la derecha boliviana y los grupos secesionistas del oriente del país sudamericano, principalmente del departamento de Santa Cruz liderado por el golpista Luis Fernando Camacho que hace unos meses mediante la Asamblea Departamental de Santa Cruz sancionó una ley de designación de autoridades, que ha sido considerada por el Gobierno de Luis Arce, como una grave afrenta a la unidad del país, constituyéndose en un indicio de delito de separatismo.

En análisis anteriores sostuve que la política de presión y de desestabilización ejercida por Washington, apoyado por el Grupo de Lima y las fuerzas reaccionarias en Bolivia, se esforzaron durante los gobiernos de Evo Morales por hacer fracasar su política progresista.

Aplicando medidas de coerción, para mantener un control sobre la nación altiplánica, como quedó demostrado en las acciones de desestabilización y golpismo que propiciaron la renuncia de Evo Morales el 10 de noviembre del 2019, a pesar de haber ganado legítimamente las elecciones presidenciales. Una renuncia que hizo temer por su vida y que lo llevó al exilio en México y posteriormente en Argentina.

Tras la salida de Morales se formó el Gobierno de facto, presidido por Jeaninne Áñez, que fue simplemente un mero instrumento de la influencia norteamericana y los grupos ultraderechistas bolivianos. Un Gobierno, el de Áñez, nefasto, acusado de crímenes de lesa humanidad, tratando de desmantelar los logros obtenidos bajo Evo Morales y transitar hacia posiciones políticas serviles a Washington y de distanciamiento del progresismo latinoamericano.

Recurro al citado senador republicano Richard Black quien confiesa, que en el proceso de golpismo contra Evo Morales, el apoyo a Áñez y el posterior aval a la candidatura de Carlos Mesa Gisbert, para competir contra el actual presidente Arce, demostraron el especial interés de Washington, con relación a los enormes depósitos que el país latinoamericano tiene de un mineral clave en la actualidad: el litio.

Elemento esencial para la fabricación de baterías modernas, en el plano de la electromovilidad y tecnología de telecomunicaciones. “Creo, sostiene Black, que esta influencia evidenciaba nuestro deseo de ver un nuevo Gobierno allí (el de Carlos Mesa). Creo que hubo preocupación de nuestra parte de que los chinos podrían comenzar a ejercer influencia dentro de Bolivia. Y que de alguna manera podría haber hecho más difícil que Estados Unidos obtenga litio para las baterías que ahora estamos usando en automóviles (…) Creo que fue parte de la ecuación al menos” consignó el autocrítico político republicano.

Un Gobierno de facto, el de Áñez, que sólo duró un año y que significó, mediante la movilización social, que se llamara a elecciones presidenciales en octubre del año 2020 que se definió con el triunfo del candidato del Movimiento al Socialismo y exvicepresidente de Evo Morales, el economista Luis Arce Catacora.

Una elección que tuvo en el candidato derechista Carlos Mesa Gisbert la opción estadounidense que fue derrotada rotundamente. Similar al proceso argentino donde el candidato proestadounidense para un nuevo período, el empresario Mauricio Macri fue derrotado claramente. Un Macri que llevó a Argentina a una profunda crisis política y económica, participando incluso en la desestabilización de Venezuela, que con la planeación de una intervención militar entre Estados Unidos, Colombia y con tropas argentinas (5).

La Casa Blanca, tras los fracasos en Argentina y en Bolivia, dio paso, nuevamente a los ataques contra la nación altiplánica, buscando vanamente de restaurar su influencia política en América Latina. ¿Cómo? interfiriendo, en este caso, en los asuntos internos de Bolivia, como fue el propiciar el golpe de Estado de noviembre del año 2019, estableciendo posteriormente las pautas de actuación del Gobierno de facto de Jeaninne Áñez, luego privilegiando el nombre de Carlos Mesa, para tratar de derrotar a Luis Arce y hoy obstaculizando el normal desarrollo del Gobierno presidido por el triunfador de aquellas elecciones como es el propio Arce, de la manera que habitualmente lo hace: mediante la manipulación y la desinformación, mostrando a la expresidenta Áñez, detenida por sus crímenes y corrupción como una víctima de una persecución por parte del Gobierno de Arce (6).

Conducta muy distinta a la ejecutada contra Evo Morales tras su renuncia y posterior exilio. En esa situación, los servicios de inteligencia norteamericanos, apoyados por organismos como la USAID y los socios locales bolivianos en terreno, se centraron en tratar de dividir a la población boliviana, impulsando casos penales contra militantes y simpatizantes del MAS, así como inculcando una visión negativa entre la sociedad boliviana hacia la imagen del expresidente Evo Morales Ayma y el Gobierno que encabezó, acusándolo de conductas sexuales impropias, corrupción y terrorismo.

Incluso se emitió una orden de captura internacional rechazada finalmente en tres ocasiones por la Interpol. El manejo y propiedad de los medios derechistas lograron poner estos temas en discusión y en algún momento centró el debate, pero no significaron una merma en los votos de adhesión a Luis Arce, que inteligentemente se negó a entrar en ese terreno al cual trataron de conducirlo (7).

De qué otra manera, con apoyo financiero y la influencia política sobre los movimientos secesionistas, de capa caída pero siempre peligrosos. Dinero que corre a raudales a organizaciones no gubernamentales que son la tapadera de organismos estadounidenses como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés), la llamada Fundación Nacional para la Democracia (NED) que es una organización estadounidense fundada en 1983 a iniciativa del Congreso para financiar proyectos que promuevan la democracia liberal en el mundo, que es lisa y llanamente tratar de imponer el modelo político estadounidenses que exige sometimiento y servilismo.

La realidad y el análisis de la situación boliviana – ello en el marco de una pandemia que ha causado daños en la economía – muestra, que a pesar de los esfuerzos de la administración estadounidense por establecer sus objetivos desestabilizadores contra el Gobierno del MAS, cada día menos secretos, la población boliviana, según encuestas de opinión internas y externas, demuestran el significativo apoyo al Gobierno del MAS, su acuerdo respecto de mantener en la cárcel a la expresidenta de facto y sobre todo oponerse a los planes injerencistas de Estados Unidos y sus organismos de inteligencia.

Un país pacífico, que desea avanzar en su desarrollo, mantener relaciones amplias, multilaterales, con autodeterminación pero que sigue amenazado por una derecha que quiere revertir todo lo logrado en los Gobiernos masistas, los presididos por Evo y el que encabeza hoy Luis Arce Catacora y, sobre todo, por los afanes de un Estados Unidos que quiere recuperar el dominio que tuvo alguna vez sobre esta nación sudamericana.

En Segundopaso.es sostuve en aquellas elecciones del 18 de octubre del 2020 que “la responsabilidad de la dirigencia política, sus líderes de opinión, sus medios de información y en general la sociedad es que esa disyuntiva se privilegie la estabilidad por sobre un caos que debe desaparecer del mapa de opciones. Bolivia necesita equilibrio, solidez institucional, por el bien de su población y por el bien de la región” (8)

Hoy se está utilizando con fruición la supuesta violación de los derechos humanos de la expresidenta de facto, Jeaninne Áñez, presentada como una “víctima de los rencores masistas” generando sufrimiento en su familia y la de aquellos funcionarios de Áñez que también cumplen arresto por su responsabilidad en golpe de Estado contra Evo Morales en noviembre del año 2019.

Los medios de manipulación y desinformación de la derecha de Latinoamérica se han situado en la defensa de una Áñez que cataloga la justicia de su país como sumisa al Gobierno masista donde ella, en declaraciones propias de una persona que no tiene noción de realidad se suma, cual Juan de Arco al martirologio de luchadoras por la democracia, precisamente ella, que fue la cara visible del golpismo.

Áñez afirma “lo que sucede en Bolivia, es una época casi medieval y totalitaria que se repite en Nicaragua, en Cuba, en Venezuela y otros lugares del mundo, donde hay presos políticos, entre ellos, grandes mujeres defensoras de la libertad y de la democracia, valientes jóvenes también, que están luchando desde sus terribles e injustos encierros por los derechos que pretenden estos regímenes arrebatarles a todos”.

Sólo falta que Luis Almagro, secretario general de la OEA, obedeciendo órdenes de Washington, les otorgue algún premio a los luchadores por la democracia e incluso se postule a Jeaninne Áñez al premio Nobel de la Paz.

Memoria frágil la de esta exsenadora responsable de las masacres de Sacaba y Senkata y la violación de los derechos humanos de millones de bolivianos, junto a la persecución por razones políticas a los exfuncionarios y militantes del MAS. Aquí si recordamos a las decenas de víctimas de una represión cruel que significó muerte y dolor en la sociedad boliviana.

El juicio a Áñez no es exclusivo. En el juicio junto a ella se encuentran el exjefe del Estado Mayor, Flavio Gustavo Arce, los excomandantes Pastor Mendieta del ejército, Gonzalo Terceros de la Fuerza Aérea y Palmiro Jarjury de la Armada boliviana (ambos sentenciados a tres años de cárcel luego de aceptar someterse a un juicio abreviado y aceptar su culpabilidad). A los mencionados se suma los prófugos: Yuri Calderón, excomandante de la Policía.

Se suma el excomandante de las Fuerzas Armadas, Williams Kaliman, formado en la tristemente célebre Escuela de Las Américas, entidad estadounidense formadora de cuanto golpista y torturador ha actuado en Latinoamérica. Kaliman es prófugo de la justicia boliviana y se afirma que vive bajo la protección del Gobierno estadounidense, autorizado primero por el Gobierno del expresidente Donald Trump y seguido por el demócrata Joe Biden.

Igualmente, en Estados Unidos, pero bajo otras condiciones, se encuentra detenido por el FBI el exministro de Gobierno de Jeaninne Áñez, Arturo Murillo, considerado el cerebro de los crímenes y los actos delictivos vinculados al narcotráfico. Murillo escapó en noviembre del año 2020 de Bolivia, acusado por graves delitos de corrupción, abuso de poder, aceptar y dar sobornos, lavado de dinero entre otros. En mayo de 2021 es detenido por el FBI en Estados Unidos por los mismos cargos y está siendo juzgado.

El objetivo norteamericano, no es distinto a los planes de dominio y hegemonía en otras partes del planeta. En este caso, cuando se trata de Bolivia, juega un rol esencial la postura de relaciones amplias en el plano internacional que incluyen la temida presencia china para Washington, que ve como se le escurre de los dedos una hegemonía que creía tenía asegurada en Latinoamérica.

Una eso a la riqueza mineral que posee el país sudamericano, donde las reservas de 21 millones de toneladas métricas de litio son un brillo enceguecedor para las ambiciones estadounidenses. Un metal alcalino, estratégico para la transición energética, lo que supone casi el 70 por ciento de las reservas mundiales.

Por la dignidad de Bolivia y los pueblos latinoamericanos, la injerencia estadounidense debe tener el más amplio rechazo y estar siempre alertas pues para Washington y su política siempre, en forma permanente existirán motivos, excusas y objetivos por los cuales intervenir en la marcha de nuestros pueblos. En Bolivia hoy esa idea se expresa en presentar a la expresidenta de facto, Jeaninne Áñez, como una blanca paloma, víctima de persecución política.

(1) El llamado “golpe blando” o “golpe suave” es una estrategia de “acción no violenta” ideada por el politólogo estadounidense Gene Sharp, ampliamente utilizada en las últimas dos décadas. Señala Sharp que "la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (...) Nosotros combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas…en los gobiernos, si el sujeto no obedece los líderes no tienen poder. Estas son las armas que en la actualidad se usan para derrocar Gobiernos sin tener que recurrir a las armas convencionales.

Actualmente, la guerra “cuerpo a cuerpo” no es eficaz y, además, implica enormes costos económicos y de movilización. Ejemplo de ello son las costosas operaciones militares de Estados Unidos en países como Irak y Afganistán. Por ello, Sharp apuesta por una serie de medidas que van desde el debilitamiento gubernamental hasta la fractura institucional, https://www.telesurtv.net/news/El-golpe-suave-en-Venezuela-en-cinco-pasos-20140220-0054.html

(2) https://www.elpais.cr/2019/12/09/eeuu-debe-dejar-que-venezolanos-y-bolivianos-superen-sus-crisis-politicas-dice-senador/

(3) https://www.redalyc.org/jatsRepo/5350/535055632003/html/index.html

(4) https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60391379

(5) https://www.t13.cl/noticia/mundo/documentos-filtrados-mauricio-macri-invasion-venezuela-estados-unidos-donald-trump-14-02-2022

(6) La expresidenta interina de Bolivia fue detenida el 13 de marzo del 2021 dentro de la causa judicial denominada “Golpe de Estado”. En agosto del 2021 la justicia boliviana decidió extender por seis meses la prisión preventiva bajo la acusación de “terrorismo, sedición y conspiración" por su participación durante 2019 en un golpe de Estado contra el en ese entonces, presidente Evo Morales. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-56381792

(7) https://www.nodal.am/2020/10/como-amenaza-a-bolivia-la-posible-victoria-de-un-candidato-proestadounidense-por-pablo-jofre-leal/

(8) https://segundopaso.es/news/939/Bolivia-En-La-Recta-Final-Electoral

Publicado en SegundoPaso ConoSur


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Perfil del Bloguero
Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones internacionales por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales: Hispantv, Rusia Today, Telesur, www.islamoriente.com, Annurtv de Argentina, Resumen Latinoamericano, La Haine, Rebelion, Radio y Diario Electrónico de la Universidad de Chile, El Ciudadano www.elciudadno.cl. Creador de la página WEB www.politicaycultura.cl. Autor de los libros "la Dignidad Vive en el Sahara" sobre la lucha del pueblo saharaui y el libro "Palestina. crónica de la ocupación sionista" sobre la historia y lucha del pueblo palestino contra la ocupación y colonización del sionismo.
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